martes, 29 de marzo de 2022

Contraindicaciones de las biografías

 

En otras ocasiones nos hemos referido al tema de las biografías, ahora volvemos a considerarlo desde otras facetas.

No cabe duda que esta actividad no se limita al ámbito profesional ya que como lo observa Cordwainer Smith -citado por Leo Maslíah- la biografía de cada persona es posible leerla en su rostro: “Sabía muy bien que todos llevan la biografía secreta escrita en los músculos de la cara, y que un extraño que se cruza con nosotros en la calle nos cuenta (quiéralo o no) sus intimidades más profundas.” Todos tenemos experiencia en el arte de leer el rostro de nuestros semejantes.

Ahora que si se trata de escribir una biografía, eso lleva su tiempo, más que el requerido por una novela. Antonio Muñoz Molina arriesga cantidades en esta cuestión: “Una novela suele ocupar plenamente la imaginación durante dos o tres años como máximo. Una biografía, a la manera británica o americana, puede requerir 10, 15, 20 años, la mayor parte de la vida (…)” Y a continuación se refiere al caso de una obra de largo aliento “como esa biografía monstruosa del presidente Lyndon Johnson que Robert A. Caro sigue escribiendo a sus 81 años, y que va ya por el quinto volumen”.

Un trabajo de esta índole implica un riesgo muy grande para la propia existencia, como lo ejemplifica Luis Ignacio Helguera: “Fue un biógrafo excelente. Se le fue la vida en escribir la de otros. Tarde reparó en que había olvidado vivir la suya.” Mientras que Antonio Muñoz Molina advierte al mismo respecto que: “El biógrafo quiere ser el autor del retrato más completo posible de su modelo y también su sombra. De tanto habitar en la vida de otro corre el peligro de ausentarse de la suya propia.”

Pero ni aún así se alcanza el objetivo trazado porque como afirma Muñoz Molina: “Cada vida humana es improbable y única. Cada una es un misterio.” Y para mayor claridad cita a Henry James: “Nunca pienses que puedes decir la última palabra sobre alguien”. Y en cuanto a lo anterior James Atlas corrige: “Tampoco la primera”.

Claro está que hay quienes declinan toda invitación a enfocar los reflectores sobre sí, como José Jiménez Lozano, quien en conversación con Gurutze Galparsoro, afirma

No es que no me guste hablar de mí, es que me disgusta: lo encuentro impudoroso, estúpido y aburrido. Las que me apasionan son las vidas de los demás: desde la de una princesa o un campesino de Mesopotamia hasta las más pequeñas vidas de los hombres y mujeres de hoy, y mejor cuanto más pequeños.

Por supuesto que el ansia de notoriedad constituye una gran tentación, porque pensándolo bien ¿quién quisiera que todos los actos de su vida quedaran registrados para la posteridad? Según Simon Leys

Toda vida deja atrás una acumulación de cachivaches rotos, extraños y a veces malolientes. Revolviendo allí, uno siempre puede desenterrar pruebas suficientes para demostrar que el difunto era a la vez monstruoso y mediocre. Esa combinación es muy frecuente…, y quien lo dude no tiene más que mirarse al espejo.

Es por ello que la simple presencia de un biógrafo en las cercanías debería encender las alarmas. Tan es así que Cioran -de acuerdo con Leys- “se preguntaba por qué la perspectiva de tener un biógrafo nunca disuadía a nadie de tener una vida”.

Dicen los que saben que quien inició el género biográfico fue James Boswell en el siglo XVIII con su reconocida obra en relación a la vida del doctor Samuel Johnson. Con ese cometido Boswell siguió a sol y a sombra a su biografiado, cumpliendo debidamente con lo que -de acuerdo con Simon Leys- sostenía el mismo doctor: “No puede escribir la vida de un hombre quien no haya comido y bebido y sostenido trato social con él.”

En otro orden de cosas, el biógrafo deberá emplear estrategias adecuadas para conocer realmente a su personaje, evitando con ello oropeles, disimulos e imágenes de diseño. Luis Chitarroni identifica una ayuda para enfrentar ese problema: “Liddell Hart y Tillyard habían propuesto para la aprehensión de la estrategia militar y la poesía, respectivamente, el acercamiento indirecto y la discreción oblicua. La vida no coincide con el artificio de contarla.” Así pues, la biografía tiene mucho que aprender de dicha estrategia.

Finalmente digamos que con frecuencia los biógrafos se desilusionan en el proceso de su labor y al conocer más a fondo a su personaje llega la hora del desencanto. Y es que, como afirma José Jiménez Lozano, “(…) el biógrafo se ha convertido un poco o un mucho en mayordomo de su biografiado, y ya se sabe que no hay hombre grande para su ayuda de cámara.”

martes, 1 de marzo de 2022

Los maestros del como

 

Proponer comparaciones, afinidades, similitudes, contigüidades, tiene su secreto. En este mismo espacio ya nos hemos referido a las comparaciones  (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2018/10/comparaciones.html) así como a El arte de las comparaciones (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2021/04/el-arte-de-las-comparaciones.html)

En esta misma línea ahora enunciamos algunas propuestas de quienes podemos identificar como maestros del como:

 

Brecher es delgado como un lápiz (…)

Susan Orlean

 

En el ala del sombrero reposaban flores de cerezo, como un círculo de billetes de tren perforados.

Peter Handke

 

(…) lo vi pasar por la calle, junto al escaparate, con los brazos caídos, como un boxeador que va a un combate en el que no tiene ninguna posibilidad de ganar.

Heinrich Böll

 

El silencio que siguió a sus palabras era como el silencio de un campo en el fondo de un valle de alta montaña, cuando el sol poniente roza los costados de un rebaño de vacas que allí pace.

John Cowper Powys, citado por Peter Handke

 

Las plantas muertas pendían fuera de las macetas, como títeres abandonados en las candilejas de un teatrillo.

Alberto Savinio

 

Brisseau yacía tumbado de espaldas en su lecho, durmiendo a la luz de la luna. Con su estómago protuberante que se balanceaba en el aire y una sonrisa tonta en los labios, parecía un objeto inanimado, como una pelota de fútbol o dos entradas para la ópera. Momentos más tarde, al ovillarse entre las sábanas y caer el resplandor lunar sobre él desde un ángulo distinto, su apariencia devino exactamente la de un juego de vajilla de plata de veintisiete piezas, completo, con fuente para ensalada y sopera.

Woody Allen

 

En lo dicho, tan solo una pequeña muestra de maestros del género.