Admiro la valentía y lecciones varias que nos dieron los mineros chilenos. Celebro con alegría y emoción su rescate. Con el paso de los días no disminuye mi asombro ante la proeza. Sospecho manipulación, sin que ello implique mucha sagacidad de mi parte, en el manejo que algunos medios brindan al tema.
Foto: La Tercera./ Armada de Chile |
Denuncio la falta de espacio que esos mismos medios ofrecen a otras situaciones que lo ameritarían. Lo anterior daría para mucho pero ahora quiero detenerme en otro aspecto. La circulación de mensajes del tipo de "qué pasaría si los mineros fueran ...... (escoja una nacionalidad)". Ya me han llegado varios (mexicanos, uruguayos, argentinos, brasileros…) que cambian en su forma (personajes, instituciones, acontecimientos) mas no en su fondo.
Al principio alguno de estos mensajes me hicieron reír, luego se me fue congelando la sonrisa al percibir en muchos de ellos:
a) descalificaciones gratuitas a organismos y personas que intentan contribuir a mejorar las condiciones de vida en nuestros países;
b) alusiones clasistas y discriminadoras al por mayor;
c) una vez más recurren a ciertos estereotipos construidos, no de a gratis, en relación a las supuestas características nacionales; etc.
Pero lo que más me quita la sonrisa es el sentimiento sobre nosotros mismos en cuanto a que las cosas no se pueden hacer mejor, de que puedan concluir bien (como en la historia de los mineros chilenos). ¿Será que el enojo y el desaliento se transforman en una mueca de sonrisa frustrada? o lo que es peor, ¿estaremos claudicando al derecho a que las corrupciones, ineptitudes, mediocridades, arbitrariedades, exclusiones (y una larga lista de etcéteras), dejen de serlo?
Me sumo a la causa de defender la alegría a la que convoca Mario Benedetti, pero aspiro a no hacerlo sobre nuestras desgracias cotidianas.
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