miércoles, 31 de agosto de 2022

El poder de la mirada

 

En un extremo están aquellos que no ven lo que miran, porque como afirma el dicho: pasan sin ver. En el otro, se sitúan quienes a partir de un simple vistazo pueden tener una visión completa de la persona, lugar o suceso del que se trate. Entre uno y otro estamos la mayoría de las personas.

En relación a esta cuestión, Henry James -citado por José Jiménez Lozano- ofrece un ejemplo de alguien con mirada privilegiada.

Recuerdo a una novelista inglesa, una mujer genial quien me contó que le alabaron mucho la impresión que había sabido dar en uno de sus relatos sobre la naturaleza y forma de vida de la juventud protestante francesa. Le preguntaron dónde había aprendido tanto sobre estos seres recónditos, y ella se había congratulado de sus propias oportunidades.

Pero, y aquí viene lo sorprendente, los trazos directos que pudo recoger estuvieron lejos, muy lejos, de ser algo especial.

Estas oportunidades consistían en que una vez, en París, cuando subía por una escalera, había pasado frente a una puerta abierta donde, en casa de un Pastor, unos jóvenes protestantes estaban sentados alrededor de la mesa, una vez terminada la comida. De un vistazo captó el cuadro; sólo duró un momento, pero ese momento fue una experiencia. Había captado una impresión personal directa y había formado su modelo…

Fue a partir de la escasa información obtenida que la escritora completó su cuadro. De acuerdo con Henry James aquella novelista inglesa “estaba adornada con la facultad de recoger ciento por uno” y fue gracias a dicho atributo que

[pudo] imaginar lo desconocido por lo conocido, de averiguar la implicación de las cosas, de juzgar el todo por una parte, la cualidad de sentir la vida en general tan intensamente, que va bien encaminado para conocer cualquier rincón especial de ella.

Sin dejar de tener en cuenta los grandes beneficios que esa habilidad aporta al artista, José Jiménez Lozano advierte también sobre sus riesgos.

Sí, así es; y es algo misterioso: como un don; pero fácilmente traicionable. Y se traiciona, cuando el escritor por su cuenta dice que hay más de lo que hay, que ha oído más de lo que ha oído, y visto más de lo que ha visto.

Por tanto es conveniente que al poder de la mirada, el artista agregue un poco de mesura para que aquella capacidad de recoger el ciento por uno no termine traicionando a su obra.

viernes, 19 de agosto de 2022

La triste historia de Sandow

 

Una vez más es Wislawa Szymborska quien, en unas pocas líneas, nos permite conocer al personaje y sus circunstancias.

“A Sandow le dio calabazas una muchacha que, además, le dijo de golpe y porrazo: ‘Tus brazos y tu hundida caja torácica me parecen repugnantes…’.”

¿Tanto esfuerzo para nada?, ¿litros de sudor tirados a la calle?, porque “(…) Sandow se entregó en cuerpo y alma a su caja torácica y a sus extremidades. Tras algunos años de entrenamiento con pesas consiguió un cuerpo escultural.”

Cabe suponer que la joven pudo haber sucumbido a los encantos de otro pretendiente con más horas de gimnasio, con mayor disciplina en el entrenamiento, con un cuerpo más trabajado…

No. La realidad fue muy diferente.

La muchacha, poco después, se casó con un delgaducho normal y corriente, del cual se enamoró, pues ya se sabe: el amor es ciego. Y, mientras Sandow se ejercitaba en el suelo sin cesar, levantando la pierna derecha o la izquierda y extendiendo alternativamente sus brazos en horizontal, la muy ingrata daba a luz a su alfeñique tercer hijo, encantada de que se pareciese tanto a su padre.

Llegados a este punto Szymborska se compadece del joven que fuera contrariado en su deseo amoroso.

Después de todo, meditando sobre el destino de Sandow, he llegado a sentir un sincero afecto por él. Su insensata tenacidad, esa con la que desarrolló todos sus músculos (entre otros, el deltoides y el glúteo, el serrato mayor y el pectoral mayor, el abdominal oblicuo y el músculo tibial anterior), nunca le ha causado el menor daño a nadie, y eso ya es mucho en este poco amable mundo.

A manera de conclusión: cuidarse de la insensata tenacidad que corre detrás de sueños que luego se evaporan a la primera de cambio y nunca subestimar el poder de atracción de lo normal y corriente.

viernes, 5 de agosto de 2022

Los retos de la diversidad

 

Hasta no hace mucho tiempo (y aún hay quienes…) en muchos lugares se vivía con la ilusión de homogeneidad. Existían modelos que daban la pauta de la normalidad y quien se apartara de ello había equivocado su camino por lo que debería volver al redil. Y si se trataba de un pueblo que practicaba otras costumbres se imponía la tarea compasiva y desinteresada de iniciar un proceso de conquista que permitiera civilizarlo (si ello hacía posible adueñarse de sus recursos naturales o apropiarse del trabajo de los naturales, mejor aún para el civilizador). Era cuestión de humanidad.

La heterogénea realidad desafía al supuesto, tal como Jorge Lanata lo pone de manifiesto con un pequeño ejemplo.

Si buscáramos alguna comida “universal” como la hamburguesa y quisiéramos invitar a un nuevo amigo a comer, descubriríamos que el 61% del mundo la rechazaría por motivos religiosos: los islámicos no comen cerdo; los hindúes tienen prohibida la sal y la carne de vaca; los taoístas, el pan; los budistas evitan el tocino; los ortodoxos, los lácteos y los jainistas, las gaseosas. Eso suponiendo que no llevemos al almuerzo a un cristiano en un viernes de Cuaresma.

Hace unos años en España se hizo una campaña pública que promovía la integración de los migrantes; uno de los textos difundidos con ese objeto decía:

Tu Dios es judío; tu música es negra; tu coche, japonés; la pizza que comes, italiana; el gas que llega a tu cocina, argelino; el café que bebes, brasileño; esta democracia tiene raíces griegas; tus vacaciones las planeas a Marruecos; los números con que calculas son árabes; las letras con que escribes son latinas… ¿Y osas decir que tu vecino es extranjero?

En tiempos recientes (y gracias a la lucha de personas e instituciones) la pluralidad se ha ido abriendo camino. Claro está que aun reconociendo los pasos dados, queda mucho -muchísimo- trecho por recorrer…

Y el tema es muy complejo porque aun quienes consideramos tener una mirada amplia de apertura hacia la diversidad que nos libera de comportamientos groseramente discriminatorios, no somos ajenos a la cuestión. Al respecto Carlos Belvedere anota: “Podría decirse que sobre discriminación no hay nada escrito: como en cuestiones de gusto, cada uno construye el objeto de su fascismo a la medida de sus sueños.” Eso que alguien ha llamado el pequeño fascista que nos habita.

El pedagogo francés Philippe Meirieu traza el horizonte. “Nos queda por construir un cuerpo social en el que, a imagen y semejanza de un mosaico, la particularidad de cada fragmento participa de la figura plural y, no obstante armoniosa, que constituyen juntos.”

Estamos lejos, muy lejos de ello. Pero tal vez tenga razón Rafael Narbona cuando afirma que “(…) ya se sabe que las utopías siempre se desdibujan en la lejanía”.