Ha navegado sin inconveniente alguno por los procelosos mares del tiempo y las modas. Su belleza continúa siendo admirada, al tiempo que su mensaje es descifrado por cada observador; según National Geographic
La Victoria de Samotracia es una de las
piezas imprescindibles del Museo del Louvre. Sus imponentes 2,45 metros de
mármol no dejan indiferentes a los miles de visitantes que la contemplan cada
año. (…)
El parisino Museo del Louvre es el hogar de esta fantástica pieza que fue esculpida hacia el año 190 antes de Cristo.
Según la misma fuente, esta obra
ha fascinado a artistas y literatos como
una de las más espectaculares y acabadas muestras del arte helenístico. Representa
a Niké, la diosa de la victoria, posándose sobre la proa de una nave con tan
meditado equilibrio que el mármol parece elevarse a los cielos.
Es admirable la maestría con la que se
sugiere el movimiento en el sinuoso equilibrio de la figura. Pero no menos
fascinante resulta el modo en que, a partir de los fragmentos descubiertos en
1863 [por Charles Champoiseau] en una isla del Egeo, los expertos lograron
recomponer la majestuosa estatua para exponerla en el Museo del Louvre. (…)
La estatua se expuso por primera vez en la sala de las Cariátides en 1866, y en 1870 se hizo una copia que hoy en día se guarda en la galería de esculturas y reproducciones artísticas del palacio de Versalles.
Los cuidados de que ha sido objeto le permiten conservar sus virtudes de siempre y resaltar algunos de sus rasgos que estaban un tanto relegados. De acuerdo con National Geographic la Victoria de Samotracia
(…) sigue siendo una diosa acéfala y manca, pero el refinamiento de sus alas desplegadas y el contraste entre los ropajes ceñidos al cuerpo y los que evolucionan libres han cobrado nueva nitidez, al igual que el ombligo y la curva del abdomen que han surgido como por encanto. Más que nunca vemos en ella, como decía Rilke, “una maravilla y todo un mundo: he aquí Grecia, el mar, la luz, el coraje y la victoria”.
Tal vez a ella se refería Auguste Rodin al afirmar que “el tiempo mutila genialmente a las obras geniales.”
En definitiva, al decir de Andrés
Trapiello, la Victoria de Samotracia es “una mujer que piensa con todo su
cuerpo, sin vacilación, aunque no conserve la cabeza”.