jueves, 17 de noviembre de 2022

Espionaje cotidiano

 

El tema está muy presente en estos días. Venta de bases de datos; falta de protección a la información personal; producción y distribución de falsas noticias; seguimiento permanente a ciudadanos devenidos en consumidores de tiempo completo; etc. En relación a ello Xavi Ayén afirma: “El mundo se complica, amigos. Estamos rodeados de falsas noticias, el teléfono móvil nos espía, regalamos nuestros datos personales a grandes corporaciones y no sabemos de quién fiarnos.”

Y para profundizar en la cuestión cita a Marta Peirano                                                             

La red, dominada por un pequeño número de empresas dedicadas a extraer datos se usa para manipular a la gente. Facebook y Twitter no son democráticos, como nos contaron en las primaveras árabes, pues funcionan de forma opaca y centralizada. La red define todos los aspectos de nuestra sociedad. Y, sin embargo, es secreta, su tecnología está oculta, sus algoritmos son opacos, sus decisiones, irrastreables (…)

Así las cosas, corremos el riesgo que nuestros deseos en realidad no sean tales; señala Peirano que “tenemos que aprender a sospechar de nuestros deseos más íntimos porque no sabemos quién los ha puesto ahí.”

Y somos nosotros mismos quienes ingenuamente caemos en el juego. En palabras de Marta Peirano “(…) llevas el demonio dentro, te dedicas a informar a este dispositivo espía que va contigo, el teléfono.”

Y aquí hacen su aparición los algoritmos, tan mencionados en estos tiempos. Al respecto afirma Peirano: “Los algoritmos reconocen patrones en tu propia vida que ni tú mismo sabías.” Hace un tiempo presentamos en este espacio un ejemplo de ello (http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.com/2020/08/cuando-los-algoritmos-no-se-equivocan.html)

No falta mucho tiempo para que en los momentos de despiste personal en que no sabemos, bien a bien, quiénes somos, terminemos pidiendo cita a un centro de monitoreo de algoritmos para que -obviamente que pagando los honorarios correspondiente- nos aclaren la cuestión.

sábado, 12 de noviembre de 2022

Visita inesperada

 

La vida tiene lo suyo por lo que pocos son los momentos en que no traemos con nosotros algún dolor, preocupación, aflicción, temor… De allí que la ansiedad es compañera de viaje en muchos de nuestros días y por lo general resulta sencillo saber a qué se debe su presencia.

Pero en ocasiones suceden cosas extrañas como la que aconteció a Juan José Millás en un día de verano.


Estoy solo, en la terraza de verano de un hotel, al caer la tarde. He trabajado todo el día, de modo que cuento a mi favor con la satisfacción del deber cumplido y todo eso. Pido un gin-tonic y me lo bebo con una ansiedad que no se corresponde con la situación que acabo de describir. Debería disfrutarlo sorbo a sorbo, mientras recibo en el rostro la suave brisa que acaba de levantarse contra el calor reinante. Ninguna preocupación importante en mi cabeza, ningún conflicto sentimental o familiar, ningún dolor de muelas o de cualquier otro tipo.

Ante ello el escritor se formula la pregunta inevitable “¿De dónde, pues procede esta ansiedad?” Su respuesta no se hace esperar: “Del subsuelo, me digo. Tenemos un subsuelo que arde, aun cuando la superficie permanece fría.” Como no es cuestión de dejarse robar las buenas vivencias en forma tan injusta, respondió a la altura de los acontecimientos. “Pido otro gin-tonic, dispuesto a consumirlo con lentitud.”

Queda claro entonces que hay circunstancias en que la ansiedad se hace presente sin ningún motivo.

Será que como dice Millás procede del subsuelo o bien que nos extraña, que no puede vivir sin nosotros.