jueves, 30 de enero de 2014

Historia de un logo


Artistas, diseñadores y creativos saben lo que hacen cuando crean un logo que a partir de ese momento identificará a una marca o producto determinado.

Lo que ya no resulta tan fácil es tener la capacidad de predecir cuál será el futuro de ese ideograma. Veamos los que sucedió con el de Labios y lengua utilizado por los Rolling Stones desde los años 70 y que se convirtió en uno de los iconos más famosos del rock mundial. Álvaro Armero rastreó sus orígenes.

El logotipo fue creado en 1970 por John Pasche, un estudiante de la Escuela de Artes de Londres, quien se inspiró en los labios “sensuales” del propio Mick Jagger, indicó el museo en un comunicado. El diseño, por el que Pasche recibió 50 libras (unos 65 euros, 90 dólares), fue usado por primera vez por la mítica banda en 1971, en su primer álbum, “Sticky fingers”.

Seguramente en aquel momento John Pasche se alegró mucho por recibir el equivalente a poco menos de cien dólares así como por el hecho de que una creación suya pasara a identificar a esa banda de rock que comenzaba a sonar.

Luego vino la enorme fama del grupo y la consiguiente difusión del logo que llegó  a convertirse casi en objeto de culto. Tan es así que, según el mismo Armero, hace algunos años uno de los más importantes museos británicos, el Victoria and Albert (V&A), adquirió el mencionado logo en una subasta de la firma Mastro Auctions en Chicago, Estados Unidos. Y aquí viene lo sorprendente: la cifra a la que se subastó alcanzó los 92.500 dólares. Álvaro Armero añade que

The Art Fund, una organización británica independiente creada para promover el arte, contribuyó con la mitad del precio pagado en la subasta por el logotipo, que va a formar parte de la colección permanente del museo, indicó el V&A. Ese diseño es “uno de los logotipos más visualmente dinámicos” de la historia, destacó David Barrie, director de The Art Fund, que explicó así su contribución a la compra del diseño. Según el museo, Pasche siguió trabajando con los Rolling Stones hasta 1974, y después para otros músicos, como Paul McCartney y The Who.

Ya no supe que fue de la vida de John Pasche. ¿Se habrá enterado del cambio de precio que tuvo aquel logo que cotizó –tal vez con cargo de conciencia por ser un poco carero- en 90 dólares?

martes, 21 de enero de 2014

Los (in)justos títulos


Un título no es garantía, tan solo el punto de partida que permite ofrecer a un profesional o técnico el privilegio de la duda acerca de sus competencias en relación a determinado campo del conocimiento.  Ello –y es lo más importante- deberá ser refrendado por los resultados obtenidos a lo largo de su práctica. Hasta no hace mucho el título fue considerado como el final de un camino; para hoy las cosas han cambiado dada la velocidad en la caducidad del conocimiento, lo que exige estar en formación permanente.
Hacerse de un título no es garantía para conseguir trabajo pero en ocasiones no deja de ser una ventaja por sobre aquellos que no lo tienen. De allí la relevancia que adquiere y que se manifiesta de diversas maneras según el entorno. Hay familias con largo historial de títulos por lo que uno nuevo es una alegría, pero no constituye una sorpresa. Hay otras en que el título del hijo es el primero que se obtiene, lo que equivale a un acontecimiento de grandes dimensiones. Una manifestación de ello se puede observar en la puerta de la Dirección General de Profesiones de la Av. Insurgentes: en el primer caso viene el flamante profesional a retirar el título, en el segundo lo hace acompañado de buena parte de la familia y sus caras reflejan una mezcla de solemnidad y de alegría. En uno y otro caso el título evidencia el esfuerzo realizado a lo largo de años.
Muy lejos de lo anterior está el caso de quienes aspiran al título sin haber realizado los estudios pertinentes. Ello ha dado lugar al surgimiento, desde hace mucho tiempo, de un verdadero mercado de falsos que ha ido cambiando de estrategias con el paso del tiempo. Cada tanto la prensa da cuenta que las autoridades lograron detener a un grupo de (ir)responsables dedicados a este negocio. Tal es el caso del artículo de María de la Luz González publicado en El Universal del 25 de julio de 2010.
Títulos de médico, en oferta por Internet.
(…) Una red de falsificadores de certificados de estudios y títulos profesionales, que fue denunciada y perseguida penalmente desde hace seis años, ha sobrevivido y crecido gracias a internet. Su más reciente oferta es el Examen Nacional de Aspirantes a Residencias Médicas (ENARM) 2010.
Entre los documentos “originales” y “apócrifos” que ofrecen en venta hay desde licenciaturas incluida medicina, con un costo de 68 mil pesos, universidades y de la generación que sea, a precios que van de los 12 mil a los 45 mil pesos, respaldados con historial académico, certificado de estudios y cédula profesional. El ENARM vale 75 mil pesos.
Los vendedores, que dicen ser docentes de diferentes instituciones educativas, explican que los títulos “oficiales y originales” se entregan en un plazo de tres a seis meses, aunque también manejan “apócrifos”, que “ojo, sólo te sirven para conseguir trabajo; ‘ifes’ (credenciales de elector), cédulas, licencias para conducir y actas de nacimiento”.
Ofrecen además “un descuento sustancial en el trámite” para quienes ya cursaron parcialmente una carrera.
La Subsecretaría de Educación Superior y la Dirección General de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública (SEP) rechazaron que se puedan ofrecer documentos originales, pues éstos siguen un estricto proceso de validación que incluye el registro de formatos de los documentos expedidos por cada institución educativa y hasta el tipo de papel.
Sin embargo, el 19 de julio fue detenido en Puebla José Báez Jiménez, guardia de seguridad interna de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), cuando cerraba un trato de venta de certificados expedidos por esa institución. Se le incautó un formato de título profesional de la licenciatura de ingeniería en sistemas computacionales con logotipos de esa escuela.
Entre 2002 y 2006 la SEP presentó ante la Procuraduría General de la República 2 mil 10 denuncias por falsificación de certificados y títulos profesionales, mientras que la UNAM detectó mil 53 documentos apócrifos e hizo las denuncias correspondientes.
Y uno queda un poco atemorizado con noticias de este tipo. No me queda más que tener confianza en cuanto a que los profesionales a quienes recurro con frecuencia (¡en particular médicos y odontólogos!) hayan obtenido sus títulos en justa lid.

jueves, 16 de enero de 2014

Adicción a las nuevas tecnologías


Tema recurrente en los tiempos que corren es el que tiene que ver con la adicción de niños, adolescentes y adultos hacia las nuevas tecnologías por medio de sus dispositivos de última generación. Con frecuencia se escucha la opinión de  expertos en el tema acerca de los diversos efectos que produce este nuevo “síndrome” así como la formulación de una serie de medidas preventivas.

Caeríamos en un error si consideráramos que esta situación se originó en años recientes. Aldous Huxley alertaba a este respecto:

En Occidente, a la mayor parte de la gente se le ha hecho indispensable leer sin objeto, escuchar sin objeto, ir a ver films sin objeto, transformándose todo esto en inclinaciones equivalentes al alcoholismo y la morfinomanía. Las cosas han llegado a un punto tal, que existen varios millones de hombres y mujeres que sufren angustias verdaderas si se les impide durante algunos días y mismo durante algunas horas, la lectura de los diarios, la música de las radios, o la entrada a los cinematógrafos. Como los droguistas, tienen que satisfacer su vicio, no porque el satisfacerlo les signifique un placer activo, sino porque de no satisfacerlo se sienten dolorosamente sub-normales e incompletos. Sin diarios, sin “vistas”, sin transmisiones, viven una existencia disminuida; sólo logran hallarse totalmente, cuando se sumergen en las crónicas deportivas, en los juicios criminales, en la música o en las charlas de la radio, en los terrores, en los triunfos o en los erotismos sustitutivos de las “vistas” cinematográficas.

Conviene recordar que Huxley formulaba estas anotaciones en 1939 cuando la segunda guerra mundial estaba en sus inicios.

martes, 7 de enero de 2014

Las carpas


Durante mucho tiempo las carpas significaron un espacio entrañable para los integrantes de las clases populares que allí concurrían en busca de un rato de diversión. Adentrarse en sus orígenes implica aproximarse, tal como lo indica Luis Ortega, a la controversia.


Doctos investigadores de nuestro acontecer socioeconómico derivan a la carpa del Mester de Juglaría medieval, otros, encuentran sus raíces en los Misterios que importaron los frailes hispanos misioneros. Nosotros aceptamos su autorizada opinión, pero preferimos creer que las raíces de la carpa están en la Revolución Mexicana.
En apoyo a esta aseveración, queremos recordar al lector que hacia principios de este siglo (XX) el pueblo mexicano, sobre todo el provinciano, no tenía espectáculo propio. El teatro estaba dedicado a las clases sociales privilegiadas y la Opera, la Opereta, la Zarzuela, el Melodrama y la Comedia eran géneros sin arraigo popular, pues se presentaban en idiomas ajenos o planteaban problemas que nada tenían que ver con el sentir y el vivir populares.
Y vino la Revolución. Los teatros cerraron sus puertas, los cines aún no existían y los circos nómadas perdieron a sus animales porque no tenían para darles de comer y tuvieron que ser utilizados como alimento.
Pero "no sólo de pan vive el hombre", y el pueblo creó su espectáculo. Tomó de sus vivencias cotidianas la música, los corridos y canciones como La Adelita, Marieta, La Cucaracha, La Rielera, La Valentina y tantas otras.
La fina ironía del pueblo se asoció con el ventrílocuo, el malabarista, el declamador y las bailarinas para hacer su espectáculo bajo el toldo de lona circense, del cual la carpa tomó su nombre. De este modo, el maestro de ceremonias se hizo declamador, la caballista aprendió a cantar y el payaso se hizo cómico sin rostro enharinado, cambiando su traje de seda por los harapos que apenas cubrían los cuerpos de los peones. Y así como el payaso es el alma del circo, el cómico se volvió el imán que atrajo al pueblo para oír, de labios de quien vestía y ayunaba como él, las bromas cáusticas con que burlaba burlando y criticaba a la sociedad injusta.

 
Al concluir la Revolución el pueblo acude a espectáculos en que pudiera reír, tales como el circo, la maroma, el teatro (comenta Javier Meneses de Gyves que en la zona del Istmo de Tehuantepec al circo se le llama maroma). Pedro Granados abunda en este punto.


Pasa el tiempo de la Revolución y el circense europeo acostumbrado a vivir bajo la lona; idea hacer teatritos de lona portátiles, o sea, las carpas. En ellas hacen pantomimas, bailables, canciones, saltos, maromas, pero ante todo el "payaso", que siempre fue y ha sido el personaje central del espectáculo.
El pueblo, harto de sangre, matanza y miseria, al no tener dónde explayarse, se lanza a la plazuela a cantar sus corridos y sus canciones de amor. (…)
El fonógrafo no estaba al alcance de su bolsillo y la radio se hallaba en pañales. El cine hablado en castellano empezaba a gestarse y la televisión no existía ni en el pensamiento. El pueblo de México estaba de vuelta de la lucha fratricida. Ávido de diversión, quería escuchar su música, sus chistes. La carpa fue la tienda de campaña y las candilejas, la hoguera del vivac en la naciente paz. Entonces el pueblo se lanzó materialmente a las carpas y allí nacieron sus primeros ídolos, los carperos que fueron adorados por muchos años.

 
Las carpas constituyeron -tal como lo apunta Luis Ortega- un buen reducto porque a diferencia del cine sonoro que estaba en sus inicios, no era necesario saber leer para entender el espectáculo presentado, además de que en cualquier lugar podía armarse la lona que daba cobijo al albur, a la picardía y al humor.

 
Es fácil comprender que el pueblo, que abandonó el cine mudo y que no aceptaba aún las películas habladas en inglés con títulos en español, porque además no sabía leer, buscara la diversión en la carpa, espectáculo que sí estaba hecho a su gusto y medida. Por eso proliferaron estos teatritos que, como los circos pobres, encontraban asiento en cualquier lote baldío de los que había muchos en los barrios, o aún en zonas céntricas donde la remodelación urbana había derruido viejas construcciones.
Recordamos algunas carpas que fueron famosas, aunque empezaron con toldo de lona y muros hechos con tablas procedentes de las demoliciones: Mayab, Ofelia, Procopio, Maravillas, nos resultan inolvidables, y de ahí surgieron luego los teatros Colonial, Río y muchos más en los que el espectáculo era similar al de sus antecesores.


Es importante subrayar que el precio de las entradas era accesible para bolsillos modestos. Homero Bazán recuerda las incipientes estrategias de marketing a las que se recurría.
 

Adelantándose a las estrategias de marketing, muchas de esas carpas imprimían volantes que al reverso exhibían una copia exacta de un billete de diez pesos. No eran pocos los parroquianos que maldecían para sus adentros cuando en una calle solitaria, creyendo que la fortuna los había coronado con su gracia, volteaban el mencionado chucho encontrando los nombres del elenco y los espectáculos del fin de semana.
Hubo incluso una organización católica que protestó ante las autoridades alegando que dichos espectáculos ambulantes atentaban contra la moral y las buenas costumbres de los “bien nacidos”, además que en su propaganda repartida afuera de pulquerías y estaciones de tranvías exhibían también imágenes de santos aprovechándose de la fe de los capitalinos y evitar que por respeto a sus creencias tiraran los volantes al suelo.


Los cómicos ocuparon un lugar muy especial. Luis Ortega cita algunos de los carperos más renombrados.

 
No queremos ni podemos hacer historia, pero si algún antepasado tienen nuestros cómicos de carpa habría que remontarse al Negrito Poeta, al Periquillo Sarniento y a Pito Pérez; sin olvidar tampoco a José María Aycardo, aquel payaso mexicano que hace más de un siglo ya fustigaba en verso a la sociedad porfiriana, y de él habría que llegar hasta Cantinflas, Palillo, Don Catarino, Chicote, Resortes, Clavillazo y tantos otros que surgieron a la fama bajo el toldo de lona y que aún hoy repiten muchas veces los sketches que inmortalizó aquel genial ventrílocuo Conde Boby, amo y señor de la carpa.

 
El caso de Mario Moreno Cantinflas merece consideración especial; Pedro Granados alude a ello.


Vimos a Mario actuar por primera vez en una carpa o salón ambulante allá por 1928, haciendo pareja con Nacho Pérez y con la cara pintada de negro interpretar "El Charleston Negro" bailando aceptablemente.
Más tarde, en otro salón, lo vimos bailando "Tap" haciendo dueto con el gran bailarín Manuel Sánchez, el mejor bailarín que produjo la carpa.
No cabe duda que Mario tuvo infinidad de mentores, Manuel Sánchez, Nacho Pérez y Esparza, un bailarín-cantante cuyo atuendo era de cow-boy. Estos fueron los primeros.
Pasó el tiempo... iLa sorpresa!... Mario había cambiado de personalidad, él actuaba maquillado y convertido en el peladito de barriada... Ahora se hacía anunciar como "Cantinflitas Parodista", en la carpa "Rosete", allí por San Antonio Tomatlán. La actuación en el sketch "El Tinaco" interpretada por la "Yoly- Yoly" y "Cantinflas" fue muy aplaudida.
La Yoly-Yoly, una joven vedette, fue la primera visionaria de un "Cantinflas" con futuro exitoso, ella lo maquilló e hizo que Mario usara los pantalones, la camiseta de tres botones y el sombrerito clásico del peladito de barriada, o sea, al estilo "Chupamirto", es decir, copia fiel de una tira cómica creada por don José de Jesús Acosta en el periódico El Universal.
Nos faltó hacer hincapié en el chaleco, artefacto que Mario bautizó con el nombre de la "gabardina". (…)
Buena puntería de la Yoly, vemos a Mario muy cambiado, ha tenido a bien transformar su personalidad. (…)
Es nuestro deber aclarar que estamos en la primera mitad de los maravillosos treintas.
(...) El largo historial artístico de Cantinflas, parte de las carpas, se ignora de cuál, pero es evidente que la carpa mexicana cumplió su misión al incubar entre sus viejos y raídos toldos, entre sus malolientes camerinos, a un artista que, con el tiempo, daría renombre universal al artista popular mexicano.  (…)
Una nueva modalidad de Mario, es decir, a cada paso se supera, CantinfIas había transformado su propio estilo de hablar debido a un fenómeno casual.
En la carpa "Salón Rojo" había un timbalero al que apodaban "El Golito" (sabrá Dios por qué), jamás supimos su nombre y tenía una forma muy peculiar de hablar, ya que al tratar de expresarse, soltaba palabras mal organizadas y en realidad no decía nada, pero hacía reír. Por ejemplo, llegaba con usted, y le decía: "Mire mi joven, uno llega y ¿para que? pues mejor no, y a lo mejor, pus ya estuvo y no hay para qué si al fin que, que, mejor ni le digo, pero ahí está el detalle. Bueno, pase una “sura” (peseta o veinte) pa'l pulmón (pulque)".
Un buen día, en un beneficio de X artista, Cantinflas salió a decir unas palabras y Mario se pone a dialogar con el "Golito" (lógico, Mario en el foro y Golito abajo a su 'timbal") en su propia jerigonza y el público se moría de risa.
Mario, con esa inteligencia que Dios le dio, refina el estilo y triunfa en todo el mundo, CantinfIas cobraba quince pesos diarios.
La fortuna y el éxito no sonríen a mediocres hay quien tiene golpes de suerte y no los sabe aprovechar. El señor Mario Moreno "Cantinflas" ha tenido sobrada inteligencia para saber aprovechar todos los golpes de suerte, por ello ocupa el sitio que ningún artista mexicano jamás logró.

 
Por supuesto que en las carpas no faltaba la música y Pedro Granados comenta de la afición por el tango que prevalecía en esos lugares.
 

En todas las carpas el tango se convertía en algo insustituible. Estaba en pleno auge. En una y otra carpa se dejaban escuchar los lamentos gauchos (…)
Nunca falta la tanguista que nos haga llorar con la "Pebeta", "Caballo Criollo”, un gaucho traicionado por su mejor amigo, etcétera... Esas letras lloronas hicieron florecer en los salones de baile a las "pebetas aztecas" y a los "payadores totonacas”.
Cuando pasábamos frente a una carpa de cualquier barrio de México, se escuchaba siempre: “¿Por qué me abandonas mi lindo Julián?...” “Mocosita no me hagas más sufrir..." o "Negro, quiero adorarte así toda la vida” o “Zapatito pinturero de charol..." o "Ladrillo está en la cárcel...." El pueblo hacía suya la tragedia y lloraba junto con su tanguista consentido.
Mario del Valle, Celia Tejeda, Eva Peralta, Eva Imagno y muchos más, hacían que las carpas diariamente se llenaran de bote en bote.


Según Granados la aparición de Agustín Lara en el escenario, determinó el cambio en los gustos. “Un buen día surgió a la fama, la música de un compositor jarocho (por ahí dicen que fue de Puebla, qué gente, ¿verdad?) llamado Agustín Lara, cuyas canciones románticas comenzaron a desplazar al tango muy del gusto del público.”

 
Con el paso del tiempo las carpas fueron aumentando su presencia en la Ciudad de México; Alejandro Rosas analiza este proceso.

 
De 1930 a 1950, las carpas tuvieron su época de oro. Los llamados jacalones de otros tiempos -pequeños teatros de madera, de Ínfima calidad, construidos en las colonias populares de la ciudad-, que convocaban a buena parte del pueblo a presenciar un teatro de revista de menor categoría del que se presentaba en los foros teatrales establecidos y reconocidos, se convirtieron en carpas.
El crecimiento de la Ciudad de México abrió nuevos espacios; los lotes baldíos que surgían de las demoliciones de edificios antiguos para dejar su lugar a nuevas construcciones, eran aprovechadas temporalmente por algunos empresarios para llevar a las clases populares diversiones a las que no tenían acceso, ya fuese por el costo de las entradas, ya fuese porque los foros teatrales establecidos eran ocupados por la clase media.
Las carpas representaron una verdadera diversión para el pueblo y significaron un contacto directo entre la gente y los artistas, pues ante la inminente llegada de una carpa -que se montaba en cuestión de horas- , los vecinos se presentaban no solo para el espectáculo en sí, les interesaba ver cómo se levantaban los postes, se colocaban los tablones de madera donde podían sentarse hasta doce personas, se montaba la lona circense -de ahí el nombre de carpa-, y finalmente, esperaban la llegada de los artistas. Una vez terminada la improvisada construcción, se escuchaba al pregonero recorriendo las calles mientras anunciaba lo que presentaría la carpa a partir de las cuatro de la tarde y hasta pasada la medianoche.
El contenido de los espectáculos no era diferente de lo que se podía ver en los teatros tradicionales: también en la forma de tandas, el público se entretenía con números musicales, el sketch cómico, la sátira política, las imitaciones, actos de malabares, magia, ventrílocuos, payasos.
Aunque la carpa era considerada un espectáculo propio de barriada -no había desperdicio en los diálogos de doble sentido, el albur, el lenguaje de barrio, el tono populachero-, grandes protagonistas de la historia del espectáculo cómico surgieron de ahí (…)

                                                                                 
En la ciudad de México prácticamente ya no existen las carpas (si acaso sobreviven unas pocas a la manera de especies en peligro de extinción). Sin embargo, es importante aclarar que en algunos estados la situación es otra. Homero Bazán narra su reencuentro con las carpas.

 
Hace unos meses realicé un breve viaje por apartadas comunidades hidalguenses y prácticamente tuve un viaje en el tiempo al encontrarme con una carpa de espectáculos, igual a las que existían en la ciudad de México en la primera mitad del siglo XX.
En la función no faltó el mago, la cantante de boleros, el malabarista con sus perros, el cómico de los albures e incluso el payasito que hacía bromas en los intermedios.

 
Como señala Pedro Granados las diversas formas de diversión cumplen su ciclo. “El circo engendró a la carpa, que, madre generosa, incubó al teatro frívolo actual. La radio, el cine nacional, estos son los hijos ricos y por lo tanto ingratos. Estos son los que se nutrieron de la sangre del pueblo, los que robaron sus artistas al pueblo y mataron a la humilde madre vestida de lona.”

 
¿Qué sigue?