martes, 26 de julio de 2022

Silencios familiares

 

En una de sus dimensiones la vida familiar se construye con palabras y silencios. Hay quienes en forma retroactiva lamentan el espacio ocupado por lo no dicho y sus efectos; mientras que también están los que no tienen reclamos al respecto. Este último parece ser el caso de Andrés Trapiello: “Por suerte, tiene uno una familia en la que esas cosas no se han hablado jamás, y quedan en el terreno implícito de las conjeturas, los temores, las aflicciones íntimas.”

Por su parte, Amos Oz evoca el importante lugar de lo callado en la relación con su padre y asume la parte que le correspondió en ello.

(…) Esos son los hechos. La verdad no la sé, porque sobre la verdad no hablé con mi padre ni una sola vez. Nunca habló conmigo sobre su infancia, sus amores, el amor en general, sus padres, la muerte de su hermano, su enfermedad, su sufrimiento, el sufrimiento en general. Tampoco sobre la muerte de mi madre hablamos nunca. Ni una palabra. Tampoco yo le facilité las cosas, no quise nunca iniciar con él una conversación que quién sabe lo que hubiera sacado a la luz. Si escribiera una lista con todo aquello de lo que no hablamos mi padre y yo, llenaría dos libros. Mi padre me dejó mucho trabajo, y aún sigo trabajando.

De tal manera que, según el testimonio de Amos Oz, fue quedando clara la división de los temas de los que se hablaba y de los que no.

Desde la muerte de mi madre, y desde el nuevo matrimonio de mi padre un año después, él y yo hablábamos sólo de cuestiones urgentes relacionadas con la vida cotidiana. O de política. De los nuevos descubrimientos científicos y de los valores y los ideales universales (vivíamos ya en un piso nuevo, en la avenida Ben Maimón 28 en Rehavia, el barrio al que mi padre había aspirado toda su vida). Sobre los tormentos de mi adolescencia, su nuevo matrimonio, sus sentimientos, mis sentimientos, los últimos días de vida de mi madre, su muerte y su ausencia, sobre todo eso no intercambiábamos ni una palabra. Nunca. (…)

Esto le permite concluir que el vínculo familiar devino en relación inquilinaria. “Casi siempre nos comportábamos como dos inquilinos que comparten un pequeño piso: El baño ya está libre. Falta margarina y papel higiénico. ¿No está empezando a hacer un poco de frío? ¿No te importa que encienda la estufa?”

Un caso de silencio doloroso es el que narra Eduardo Halfon

Mi abuelo pasa seis años en campos, lo liberan, llega a Guatemala y calla. No vuelve a hablar del tema. Yo le preguntaba qué era el número que tenía tatuado en el brazo y me decía “me tatué el número de teléfono para que no se me olvide”. Eso nos decía de niños, eso hacía para no hablar.

Aquel silencio del abuelo llegaría a su fin. “En el 98, 99 le pregunté, le pedí que me contara la verdad, sacó una botella de whisky, se emborrachó y me contó todo. Habló seis horas.”

La cuestión tiene su complejidad y a veces las palabras callan mientras que los silencios hablan; porque tal como dice @MaiaPelman: “Esa mala costumbre que tiene el silencio de decir lo que no querés escuchar.”

lunes, 25 de julio de 2022

Pagina actualizada

Muchas gracias a Pablo Salina por su trabajo y profesionalismo en el diseño de la página web


 https://www.gerardomendive.com/


martes, 5 de julio de 2022

Estrellas: del por ahora al todavía

 

Darse la pausa necesaria para mirar las estrellas conduce a vivencias sublimes que muchos practican. No me refiero a los especialistas (que las estudian con pasión, acostumbrados con frecuencia a estar más por aquellas lejanas dimensiones, de lo que están por estos rumbos) sino a la población en general.

No son pocos los obstáculos que se interponen a ello: cielos nublados, contaminación, luminosidad de las grandes ciudades, falta de tiempo por estar abocado a cosas más importantes, etc.

Pero también puede acontecer que la maravilla se nos volvió cotidiana y debido a ello deja ya de concitar nuestra atención y asombro.

Asimismo, estamos tan acostumbrados a las pantallas que en una ocasión se comentó en la mesa familiar que en días próximos habría una lluvia de estrellas y que sería bueno apreciarla. Ante ello uno de los hijos preguntó: “¿en qué canal lo pasan?”

A este mismo respecto Carlos Caillabet presenta una reflexión provocadora.

Si las estrellas se vieran desde una sola región, esa región sería la más rica del mundo, porque todos estaríamos dispuestos a pagar para verlas. Pero, como siempre, algunos podrían ir a verlas y la mayoría no. O sea que moriríamos sin conocer las estrellas.

Es por ello -añade- “que siempre miro las estrellas, el sol, la luna, los árboles y todo aquello que por ahora es gratis”.

También se refería al punto nada menos que José “Pepe” Revueltas cuando afirmaba: “Era un consuelo que en el universo todavía existieran las estrellas y que nadie hubiese querido robárselas aún ni convertirlas en una propiedad privada.”

No olvidemos entonces que la advertencia queda formulada en diversas presentaciones: “aquello que por ahora es gratis” (Caillabet) o (…) “todavía existieran las estrellas y que nadie hubiese querido robárselas aún (…)” (Revueltas).

Por tanto habrá que estar muy atentos para que el por ahora y el todavía continúen vigentes, no sea cosa que en estos tiempos de emprendedurismo a alguien se le ocurra recurrir a ese nicho de mercado o zona de oportunidad.

Pero mejor no andemos de ofrecidos dando ideas…