Con este artículo concluye la
serie que hemos dedicado a las domínicas del mate que tuvieron lugar, tal vez
sería más apropiado decir que se celebraron, en casa del padre Octaviano Valdés
durante aproximadamente cincuenta años. Es necesario destacar que entre los fundadores
de las Domínicas del Mate estuvieron los creadores de la revista Ábside fundada en 1937, dirigida por los
hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, y que fue tan importante en su
momento. De acuerdo con Alfredo Leal Cortés
Vista
con la perspectiva de los años, aquella revista rompió silencios, descubrió
vocaciones, informó de hombres y nombres de otras latitudes, reexaminó valores.
Fue una incubadora para el crecimiento intelectual, mantenida y alimentada, por
una reunión de domingo a domingo, sostenida en los principios de la libertad y
respeto.
No deja de llamar la atención
que Leal Cortés la caracterizara como “incubadora para el crecimiento intelectual”
cuando actualmente dicha expresión parece estar confinada a las “incubadoras de
negocios”.
Alfonso Noriega, destacado
asistente a las domínicas, se cuestiona acerca de cuál sería la forma correcta
de definir a estas reuniones: ¿mentidero, tertulia o peña?
(…) me he decidido a pedir luces al
diccionario que para norma y orientación de los hispanohablantes publica la
vieja y venerable Real Academia de la Lengua.
El
diccionario mencionado, con su cruel, precisa, indiscutible autoridad
etimológica y semántica nos informa en la entrada: “Mentidero: (de mentir) m. fam. Sitio o lugar donde para conversar
se junta la gente ociosa”. Y, por otra parte, en el mismo lexicón, también
puntualmente se nos ilustra en la entrada “tertulia”
(en port. tertulia). Reunión de personas que se juntan habitualmente para
discurrir sobre alguna materia, para conversar amigablemente, para algún
pasatiempo honesto”. Y, por último, recorriendo las páginas del mismo
diccionario, encontramos el vocablo peña que
se define en los siguientes términos: “corro o grupo de camaradas…”
Todo
esto y mucho más –aun cuando quizás algo menos- es la reunión que se efectúa en
la casa del P. Valdés. Es un mentidero porque es un lugar en donde para
conversar se junta un grupo de amigos, por cierto, como quiere la Academia, ociosos, porque la reunión es
precisamente, los domingos, días de descanso desde el punto de vista religioso
por ser el día del Señor y día de descanso –de ociosidad- de acuerdo con la Ley
Federal del Trabajo; así pues, se trata de una reunión de gente ociosa, pero
dedicada, en esos momentos, a la ociosidad creadora.
Se
trata también de una tertulia, porque como quieren los antepasados del vocablo,
los portugueses, es una reunión de personas que se juntan habitualmente –cada
domingo- para conversar amigablemente sobre tópicos diversos.
Y, en
fin, se trata, asimismo, de una peña, porque es en la casa del Padre Valdés
donde, cada domingo, actúa un corro o grupo de camaradas dedicados a la noble
tarea de la conversación.
Por
las lecturas de las obras de los grandes escritores españoles de la época de
oro, sabemos que en la Madre Patria existían, desde aquellos tiempos, los
mentideros situados al aire libre y aún sobre las gradas de una iglesia y que,
de ahí se fueron a refugiar, posiblemente, a las tabernas hasta que hizo su
aparición en España, para trasladarse bien pronto a nuestra patria, la noble
Institución del café. (…)
La
tertulia que preside el Padre Valdés cuya liturgia es la conversación amistosa
y cordial y cuyo rito está representado por el consumo colectivo del mate
uruguayo, es heredera de los mentideros, de los cafés y de los salones.
En una foto de los asistentes
a una de estas domínicas, y que corresponde a 1981 o 1982, es posible apreciar
el ambiente de camaradería que se manifiesta en los rostros sonrientes así como
también que la mayoría de los que allí se encuentran (entre otros: Octaviano
Valdés, Antonio Gómez-Robledo, Francisco Liguori, Rafael Ramírez Aguayo, Alí
Chumacero, Alfonso Noriega, Raúl Villaseñor, Fausto Cantú, Fausto Vega, Salomón
Oldak, Ulisés Cortés, Gustavo Sainz) visten de manera formal con predominio de
cuello y corbata. Otros tiempos.
Concluimos esta serie de
artículos con las “Coplas del mate” de Francisco Liguori, uno de los más
asiduos y destacados concurrentes a las tertulias dominicales.
Tertulias
intelectuales
en
México hay ya muy pocas.
Hay
grupos muy informales
que
hablan a tontas y a locas
sobre
tópicos banales;
poco
seso y muchas bocas.
Pero
hay una que distingo
entre
todas, y esa es
la que
domingo a domingo
preside
el Padre Valdés.
Ahí la
semana extingo
como
puntual feligrés.
Concurren
allí poetas,
filósofos,
novelistas,
pintores
con sus paletas,
profesores,
periodistas,
académicos,
estetas,
sacerdotes
y juristas.
No es
frecuente que haya vino
mas
siempre hay “mate” a la mano,
paraguayo
o argentino,
que el
padre ofrece galano:
costumbre
del Pío Latino,
Pío
Latinoamericano.
Y en
jocundo parloteo
hay
amigable refriega:
el
místico y el ateo,
Cantú
y el Chato Noriega,
Brambila
y Méndez Arceo,
Henestrosa
y Fausto Vega.
Hablan
Aguayo y Valdés
sobre
cuestiones de credo,
y
discuten con denuedo
Villaseñor,
Leal Cortés,
Garciadueñas
y los tres
hermanos
Gómez Robledo.
A esta
tertulia se agremia
todo
el que se siente afín.
No es
una reunión bohemia:
se
habla en griego y en latín
y
normas dicta Agustín
Director
de la Academia.
Se
enciende el diálogo ameno
y
nadie se siente triste;
el
mate es sabroso y bueno
y
hablan en serio y en chiste
Liguori
y Daniel Moreno,
Chamucero
y Alatriste.
Un olvido
me remuerde
como
fiebre de carbunco;
si hay
nombres que no recuerde
resultaría
esto truco:
por
eso aludo a Monterde
y
también a Alfonso Junco.
Nació
esta sesión de mate
el año
de treinta y dos.
Hay
amistoso debate
en
charla de doce a dos,
y
luego, como remate,
copa
en “El Bosque”… y adiós.