viernes, 18 de marzo de 2011

La vida es viaje

Ilustración: Margarita Nava


 fragmento del libro "La persona y sus desafíos" Gerardo Mendive 2006  ©03-2006-051611133000-01
 
La vida es viaje, lo cual queda de manifiesto en la inscripción del escudo de Bremen: Vivir no es necesario; navegar sí es necesario.[1] Es un viaje que tiene sus peculiaridades, ya que permanentemente estamos recomenzando. "Debemos bus­car. Cada hombre debe emprender el cruce de su puente. Lo importante es comen­zar. 'Un viaje de mil kilómetros comienza con menos de un metro'. Pero recuerde, emprenderlo no garantiza por sí mismo tener éxito. Hay que empezar, pero tam­bién hay que perseverar, es decir, empezar una vez y otra y otra."[2]

Hay viajes de encuentro con la interioridad, pero también existen aquellos en que se quiere huir de las propias circunstancias. No obstante resulta imposible esto de escapar totalmente de uno mismo y del mundo en que se vive, ya lo decía Sor Juana Inés de la Cruz: "trájeme a mí conmigo". En relación con ello, Jaime Barylko refiere que una vez alguien le comentó que había decidido no viajar más a ningún lado ya que adonde iba se llevaba a sí mismo, y eso le parecía terrible; por ello en opinión de Séneca: "hay que cambiar de alma, no de clima".

Es posible aprender de los aciertos y errores propios así como de los ajenos. De ahí la importancia que reviste la búsqueda de la sabiduría que, contrariamente a lo que muchos suponen, no se circunscribe a un conjunto de conocimientos de carácter estrictamente especulativo sino que puede ayudar a mejorar las condicio­nes de vida. "[Tener experiencia de vida] no impedirá que tengamos que seguir los altibajos de la fatalidad, pero ayudará a que los superemos mejor con las lecciones aprendidas por uno mismo. Visto de otra manera, hará que el destino tropiece con nosotros tantas veces como nosotros con él."[3] Pero no es sencillo adquirir expe­riencia en el momento adecuado ya que, como sostiene el aforismo, la experiencia es algo que se adquiere justo después de haberla necesitado.


[1]  citado por Fryda Schultz de Mantovani, en A. Bioy Casares, Dejardines ajenos, p. 132.

[2]  S. Kopp, Secretos de la liberación personal, p. 20.

[3] N. Bilbeny, Ética para la vida. Razones y pasiones, p. 226.

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