jueves, 5 de febrero de 2015

Ante la proliferación de estatuas


No es habitual que una ciudad, pueblo, villa, aldea, agrupamiento o congregación, carezca cuando menos de una estatua que reconozca los extraordinarios méritos políticos, artísticos, militares, deportivos, religiosos, etc. de alguna persona nacida en esa localidad. En ocasiones existe una verdadera concentración de estatuas, y todos los caminos conducen a una de ellas. Ante ello es legítimo que aparezcan las sospechas y Julio Camba se refiere a esta cuestión.

Las provincias están llenas con estatuas de grandes hombres, sin contar las grandes mujeres, como Concepción Arenal y doña Emilia Pardo Bazán. Y ante este fenómeno, yo no puedo menos de preguntarme:
-¿Hay muchas estatuas porque hay muchos grandes hombres, o hay muchos grandes hombres para que haya muchas estatuas? ¿Quién hace a quién? ¿El escultor es una consecuencia del grande hombre, o el grande hombre una consecuencia del escultor?

Llegado a este punto, las sospechas de Camba se vuelven suspicacia.

Desde luego, parece evidente que los grandes hombres, en caso de necesidad, podrían, bien que mal, arreglárselas sin escultores. En cambio, los escultores se verían bastante apurados el día en que hubiese una huelga de grandes hombres.
Un escultor amigo mío, hablándome de cómo iba el hombre resolviendo su vida, me decía recientemente:
-Tengo bastante que hacer. Antes sólo había trabajo en España para una media docena de escultores. Ahora trabajamos constantemente cerca de un centenar. (...)
Estamos en un período de gran florecimiento. ¿Cómo puede encontrarse en decadencia un país que produce grandes hombres bastantes para emplear diariamente a cien escultores?

El siguiente paso en el análisis de Julio Camba consiste en preguntarse qué sucedería con los escultores en el hipotético caso que no existieran suficientes grandes hombres o mujeres. Ante escenario tan crítico, el gremio de escultores debe tener previsto un plan de contingencia.


Pero luego me asaltó la idea de que, si España dejase de producir grandes hombres repentinamente, esos cien escultores no iban a morirse de hambre.
-A falta de grandes hombres –pensé-, se arreglarían con hombres medianos, y hasta con hombrecitos chiquitines.
Y de situar esta hipótesis en el porvenir a trasladarla al presente no había más que un paso. No son los grandes hombres quienes hacen a los escultores, sino los escultores quienes hacen a los grandes hombres. Se van por las capitales de provincia y trabajan el artículo.
-Pero ¿es posible? –exclaman-. ¿Cómo tienen ustedes esta alameda así, sin un grande hombre ni nada?
-¿Un grande hombre?
-Sí. Un grande hombre. Un hijo ilustre de la provincia.
Los provincianos no se acuerdan de ninguno.
-Fíjense ustedes bien. No faltará por ahí un filántropo, un héroe, un cronista local, aunque sea un ex ministro.
Generalmente, se acaba por elegir al ex ministro, y el escultor, que ya suele tener preparados cuerpos para ex ministros, para filántropos y para generales, no hace más que preparar la cabeza y enchufarla.

Ahora bien, así como hay personas que no son fotogénicas también están aquellas que son poco favorecidas para ser candidatos a estatua y Camba aborda la cuestión.

En una ciudad, cuyo nombre no importa, el poeta local fue desechado porque era tuerto, y se le sustituyó con un abogado.
-¡Un tuerto! –decía el escultor-. Si me dieran ustedes un ciego, les haría una obra magnífica; pero, ¡por Dios!, no me den ustedes un tuerto.
-Es que es el único hombre de algún mérito que tenemos por aquí. El único digno de una estatua.
El escultor fue irreductible:
-¿Cómo va a ser digno de una estatua un tuerto? ¿Cómo va un tuerto a tener mérito?

Finalmente Julio Camba sintetiza los requisitos necesarios para que uno termine en estatua. “Los que no somos tuertos no debemos desconfiar todavía de llegar a tener nuestra estatua; pero para adquirir una personalidad algo estatuaria, debemos dejarnos crecer la barba y vestir siempre de levita.

En los tiempos que corren, lo de la levita sería un exceso de formalismo pero el resto del planteo mantiene su vigencia.

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