Lucio Anneo Séneca -quien destacó entre los pensadores
estoicos- fue objeto de muchas acusaciones durante su vida (y más allá de ella).
Manuel Hidalgo retoma algunas de estas incriminaciones: “ambicioso,
servil, adulador, inconsecuente, desagradecido, conspirador, corrupto,
codicioso, adúltero y cómplice de tiranos”. Por lo visto no la tuvo fácil. Aun así las cosas, o tal vez debido
a ello, recomendaba en sus Cartas a Lucilio (XCVI) aceptar de buena manera todo
aquello que llega a nuestras vidas.
¿Insistes en indignarte o quejarte de algo, y no
entiende que en esas cosas no hay otro
mal sino el hecho de que te indignes o quejes? Si me lo preguntas, no creo que
haya nada desgraciado para un hombre, sino el creer que hay algo desgraciado en
la naturaleza de las cosas. Yo no me soportaré a mí mismo el día que no pueda
soportar una cosa cualquiera. ¿Estoy mal de salud?: es parte de mi destino; ¿se
murió un esclavo, se perdió una cosecha, se cuarteó la casa, me asaltan daños,
heridas, trabajos, temores?: así suele ocurrir. Diré más: así tiene que
ocurrir. Son cosas necesarias, no accidentales. (…) Nunca me ocurre nada que
reciba con tristeza, o con mal gesto (…)
Tal vez a esto refiera la popular expresión de tomarse
las cosas con filosofía.
Al tiempo en que el maestro daba estos consejos,
aplicados en su vida, expresaba un singular deseo respecto a su discípulo. “Tú
verás cómo te tomas este voto mío, que te destino con generosidad de ánimo, no
con mera bondad: que los dioses y las diosas no hagan que la fortuna te tenga
entre delicias. (…) Pues la vida, Lucilio, es lucha.”
Llegados a este punto no faltará quien piense que para
amigos así… El filósofo sabía la reacción que podía ocasionar como queda de
manifiesto en el “Tú verás cómo te tomas este voto mío…”
A la luz de los tiempos que habitamos no hay duda que los
dioses y las diosas (a quienes se dirigía Séneca con corrección política en el
siglo I d.C.) escucharon y accedieron a su solicitud que hicieron válida ya no
sólo para Lucilio…
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