Es habitual que se analice el
totalitarismo por medio de sus características políticas. Ahora nos detenemos
en otra mirada, la de Héctor Yánover –reconocido librero- que propone un
acercamiento al sistema a través de lo cultural.
El totalitarismo busca no la dominación
despótica de los hombres, sino un sistema en el que los hombres sean
superfluos.
Y si la sociedad totalitaria tiende a
lograr que todo ser humano se sienta superfluo, ¡qué no decir —en esta
sociedad— lo inútil que resulta un libro que viene a decir precisamente lo
contrario!: Toda vida es preciosa al universo, toda voz es preciosa, cada
gesto. Confrontado con esta realidad, el libro vende una ficción, una
mentira, se transforma en un objeto suntuario y —de pronto— peligroso.
Entonces, porque el libro deja de servir, el lector deja de entrar a las
librerías. Pero no todos pueden.
Y entonces se produce –según Yánover- un
cambio abrupto en los temas que promueven las editoriales con el objetivo de
ser exitosas en el mercado.
Rubros inútiles como sociología,
antropología, etnología, desaparecen. Y aparecen, despiertan con fuerza
inusitada los libros de cocina, el yachting, el surf, el vuelo a vela. ¿Usted
hasta ahora navegaba sin médico a bordo? Pues ahora ya puede comprar “todo lo
que debe saber un médico de a bordo”. Y caballos, cientos de caballos. Plantas
de interior. Bonsai. Vida en el campo. Golf. Ajedrez. Han reemplazado
curiosidades más sospechosas.
Con un dejo de nostalgia, concluye
Héctor Yánover
Súbitamente Buenos Aires se ha llenado
de gourmets, de clubes de gourmets integrados por gente a la que hasta ayer le
interesaba la política, la demografía, las ciencias, las artes.
¿Sólo en Buenos Aires?
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