Desde
hace muchos años sigo con atención los artículos de Fernando Savater. De él he
tomado conceptos, anécdotas y citas que, sin ninguna duda, han enriquecido mi
trabajo. Le estoy muy agradecido.
Ahora
encuentro la entrevista que le hizo Pablo Blázquez (publicada en Ethic el 3 de abril 2020) donde el tema
fundamental de la conversación es el que a todos nos ocupa en estos días.
En
ella Savater desarrolla opiniones con las que no es difícil coincidir; a manera
de ejemplo:
- Ha habido plagas desde que los seres humanos tienen memoria y habrá muchas más. Esta en concreto tiene una virulencia brutal, pero también tenemos mucho más medios para enfrentarnos a ella y contrarrestarla.
- Pero no entiendo eso de en seguida empezar a sacar conclusiones como en la Edad Media, de que es un castigo divino.
- Me parece insoportable que los moralistas vayan repitiendo cosas como que ahora nos enteramos de lo importante que son los otros. Es como si hubiera habido que esperar 21 siglos y una plaga para darnos cuenta de que los otros son importantes.
- Uno de los tópicos que se repiten, el más cierto quizá, es que los virus no respetan las fronteras. (…) Realmente el principio del cosmopolitismo es la infección, la infección generalizada es lo que demuestra hasta qué punto los seres humanos somos semejantes los unos a los otros y nos matan las mismas cosas.
- (…) no va a desaparecer el egoísmo de los humanos y nos vamos a convertir en émulos de San Francisco de Asís porque haya habido un virus.
Hay
otras afirmaciones que admiten diversas lecturas, matices y réplicas que
deberían tomarse en cuenta; veamos algunas de ellas:
- Sobre todo, lo que me molesta es esa manía de sacar conclusiones moralizantes.
- No puede ser que ahora los castigos divinos se les llame castigos de la naturaleza. No confío mucho en esto de los grandes cambios de la humanidad.
- Los seres humanos somos lo que somos y, como bien se dice, las plagas sacan lo peor y lo mejor de los seres humanos. Todos estos elogios de “¡Qué maravilloso país es España, qué solidario!” no tienen sentido.
Pero
lo que en particular me llamó la atención, fue una afirmación de Savater con la
que me permito discrepar (es más, confieso que al leerla fui pasando de la
tenue molestia al contundente enojo). Veamos a lo que me refiero:
- Frases como “hemos vivido equivocados”, “hemos de cambiar nuestra manera de existir”, “la culpa la tienen los abusos del egoísmo o la falta del respeto a la ecología”. No, es una plaga y se acabó.
Ante
ello, y sabrá disculparse la inmodestia, discrepo totalmente con Savater.
De que
en algunas cosas “hemos vivido [y vivimos] equivocados”, no tengo la menor
duda. En cuanto a que “la culpa la tienen los abusos del egoísmo”, creo que en
muchos aspectos se trata de una verdad incontestable. El propio Fernando
Savater hace muchos años, si la memoria no me traiciona, se refería a la
diferencia entre “egoístas lúcidos” (aquellos que viven bien, que quieren
seguir viviendo bien y que también sus hijos lo puedan hacer, por tanto se
preocupan de cuidar las condiciones en que viven los otros) y los “egoístas
estúpidos” (aquellos que quieren vivir tan bien que no les preocupa el mundo
que dejan a sus hijos por lo que se desentienden de cómo viven los demás). En
lo que refiere a “la falta de respeto a la ecología”, ¿es posible tener dudas
de ello?
Pero
de plano lo que me enojó -o mejor dicho, me encabronó- fue eso de “No, es una
plaga y se acabó”.
No,
don Fernando. Disculpe la inmodestia de polemizar con usted. Pero esto (sin que
ello implique suponer que estamos en el umbral de un cambio total o de una
fraternidad universal o de la sociedad nueva) no se acabó.
No,
don Fernando. En muchos sentidos, esto apenas está empezando.
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