jueves, 2 de julio de 2020

Lo demás, lo demás pueden llevárselo


Pocos son quienes como San Juan de la Cruz (siglo XVI) se caracterizaron tanto en lo que hace a su vida mística como por la lucha que dieron -y que en su caso lo llevó a la prisión- contra las estructuras de poder de su tiempo (en lo que a él atañe en la reforma de la orden del Carmelo). Enrique Dussel cuenta una anécdota que lo pinta de cuerpo entero

(…) como decía San Juan de la Cruz a un hermano observante estricto: “¡Cuídate de ir a Roma, partirás descalzo (reformado) y volverás calzado (corrompido)!”

De acuerdo con José Jiménez Lozano sus enemigos no solo procuraron quebrantar al fraile sino también al escritor.

Dice J. Baruzi que las persecuciones dirigidas contra Juan de la Cruz no sólo lo fueron contra el fraile metido de lleno en la lucha reformista de la Orden, sino quizás también contra el escritor para dificultar o destruir su labor creadora, y escribe: “Hay muchas maneras de destruir a una persona respecto a su destino espiritual y, para lograrlo, no siempre es necesario quemar manuscritos. Basta con destrozar su alegría interior y el ardor de sus ideas”.
Lo anterior le permite concluir a Jiménez Lozano que “(…) muchos quedaron así liquidados. Es preciso estar sobre aviso: que nadie te quite la alegría interior. Lo demás pueden llevárselo”.

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