Entre las decisiones difíciles de la vida, la separación de una pareja
ocupa un lugar destacado.
La cuestión tiene muchas variantes en relación a si: se tuvieron hijos o
no; la decisión llega después de largo deterioro o en forma súbita; la toma uno
de sus integrantes o es resultado de un acuerdo; existen terceros o no; y tantas
otras.
No hay dos historias iguales. Veamos el caso del que da cuenta Juan José
Millás: “(…) fue él quien tomó la decisión de separarse, de la que se
arrepintió al día siguiente.” Así, en estas pocas palabras queda de manifiesto
lo importancia que reviste el no precipitarse en estos terrenos.
Pero fue entonces, como sucede habitualmente, que la vuelta atrás no resultaba
fácil. “Ya era tarde: su mujer se había acostumbrado a vivir sola en
veinticuatro horas y no estaba dispuesta a renunciar a los placeres recién
descubiertos de la casa vacía y la tapa del retrete bajada.”
Queda así de manifiesto que mientras para algunos la separación nunca se
supera, hay quienes les basta un día para vislumbrar los horizontes promisorios
de la nueva realidad.
¿Qué cómo siguió el asunto?
El mismo Millás -quien tuvo participación en el evento- nos informa.
Desde la calle
telefoneo a su exmujer y la pongo al tanto del desastroso estado anímico de su
ex.
-Es que yo
ahora soy muy feliz –dice-. En realidad no lo soportaba desde hacía tiempo,
pero no se lo digas.
Concluye Juan José Millás preguntándose “si fue ella la que empujó
sutilmente a N. a la ruptura para que él, además de dejarle la casa, cargara
con la culpa.”
Y no nos deja con la duda: “Me respondo que sí.”
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