miércoles, 8 de junio de 2022

Momentos especiales

 

Hoy en la mañana venía caminando por rumbos de mi querido pueblo de Santa Cruz Atoyac y escucho que me llaman. Era el peluquero con el que concurro desde hace tiempo. (Un paréntesis necesario: el trabajo que le doy al peluquero es mínimo, creo que mantengo mi rutina de ir a su negocio como una forma de apoyo a mi autoestima). El encuentro casual fue una alegría para ambos. Me pregunta si este año dilaté más el regreso de mi rancho. Le digo que sí y que ello se debió a un problema de salud. Le cuento. Su rostro expresa solidaridad. Nos despedimos: “¡Cuídese mucho! ¡Échele muchas ganas! Y permítame darle un abrazo porque usted necesita estar fuerte y seguir siendo positivo”.

Horas más tarde voy a un café ubicado en un centro comercial de la zona. En casa tengo problemas técnicos con internet por lo que vengo a trabajar a este lugar. A mediodía tuve un encuentro virtual con colegas de Oaxaca. Hay muchos clientes en el café, hay algo de ruido y el audio de uno de los asistentes a la junta lo escucho con dificultad. Así lo comento en más de una ocasión. La reunión finaliza, logramos acordar lo necesario para un trabajo común que desarrollaremos con un grupo de médicos en unas semanas.

Al rato de terminar la reunión y mientras junto mis cosas para regresar a casa, se acerca un hombre joven. Estaba en el café junto a dos niños pequeños, supongo que sus hijos. Ante mi sorpresa me da una caja y me dice: “Escuché que tenía problemas para escuchar en la reunión que participaba y le compré estos audífonos para que los tenga y los use cuando lo requiera…” Al principio me quedé como en pausa. Reaccioné como pude, le agradecí mucho y le pregunté cuánto le habían costado para pagárselos. “De ninguna manera -respondió. Es un regalo”.

Las pequeñas grandes cosas de la vida.  

No hay comentarios: