martes, 19 de diciembre de 2023

Del yo al mi

 

Los notables adelantos científicos y tecnológicos no han sido suficientes para desentrañar el misterio (tarea imposible por naturaleza) del yo que somos, que estamos siendo. Porque al decir de Clarice Lispector: “Que yo sea yo es pura coincidencia” y por esos mismos rumbos encontramos a Silvia -estudiante de Odontología en la ciudad de Buenos Aires- quien en las famosas libretas de José (Rosenwasser) anotara: “Justo a mí me tocó ser yo…”

No deja de ser curioso que este azaroso yo -que además es inatrapable y solo nos permite aproximaciones siempre provisorias- ande en estos tiempos tan parado de sí mismo, lo que tal vez se explica en función de este mismo desconocimiento.

Hay quienes toman prudencial distancia de esta entronización del yo; es el caso de Jorge Luis Borges -citado por Isidoro Blaisten- quien expresara: “Yo que soy nadie”.

Vecino del yo es el mi que también suele vivir en la desmesura, lo que no pasó inadvertido a José Emilio Pacheco

(...) Tan grandes y tan ávidos como el pronombre yo sus dos brazos, las dos letras que forman el posesivo mi, el más ambicioso, el más ilusorio, el que más decepciona. Cómo puedo hablar de mi vida si los días son obra del ciego azar y de las voluntades ajenas. Tampoco vale decir mi ciudad, porque ya me resulta extraña, ya no están los lugares, nunca podré regresar a los ámbitos sagrados. La vida no es de nadie, la recibimos en préstamo. Lo único de verdad nuestro será la ausencia.

Así pues, en los terrenos del yo y del mi es recomendable moverse con humildad y a ras de piso, dejando las ínfulas para mejor ocasión.

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