Restringir
elogios ante ciertos libros es muestra de tacañería; Avelino Fierro huye de
ello como de la peste al referirse a El cuaderno gris de Josep Pla. “Cuando
acabé de leer El cuaderno gris -era allá por el 89- pensé que era
imposible escribir mejor.”
De ahí
-sostiene Fierro- que algunos escritores procuran encontrar consuelo formulando
críticas a esa obra.
Ante su
prosa certera, eficaz, sin vanidades, tan ceñida al asunto, hasta los
estilistas más finos -producto, sin duda, de cierta envidia- tienen que poner
reparos para no caer en la depresión o cambiar de oficio: que si no tuvo
sentimientos y eso, claro, se nota; que si reescribió todo el Diario ya
mayorcito y que nadie puede escribir así a los veinte; que si lo que hace es de
habilidoso, mezclar bien, coger de Baroja y Azorín…
Según Fierro
no es tarea sencilla encontrar el término adecuado que describa el estado que
genera la lectura de El cuaderno gris.
¿Cómo
queda uno después de leerlo? ¿Estupefacto, asombrado, admirado, sintiéndose
estúpido, narcotizado, atónito, pasmado, maravillado, cautivado, embelesado,
fascinado, embrujado, descompuesto, exangüe, exánime, ensobinado…? Pla daría
con el adjetivo, y sería ajustado al estado de ánimo provocado y distinto de
todos los que hemos apuntado.
Claro
que, siguiendo su argumentación, no es la misma reacción la que produce en
lector y escritor. “Soy lector y quedo embobado; si fuera escritor mataría por
ello.”
Concluye
Avelino Fierro
Creo que
en las artes, al igual que en otros productos del espíritu o de la inteligencia
humana, hay que admitir algunas supremacías, mal que les pese a algunos. Y si
escribimos y tenemos que hacerle un pequeño esbozo a nuestro hombre, no
andarnos con reparos ni contemplaciones, hay que alabarlo, vitorearlo y estar
genuflexos.
Y es
hora que el propio Pla se haga presente.
Entre
sus temas preferidos se encuentran los puertos y el mar, del que en un pasaje
señala: “El mar parece haberse sentado tranquilamente en el horizonte”. Y en
otro: “El cielo se ha roto y sobre el puerto desierto ha aparecido una luna que
ha puesto un ribete amarillo y violáceo a las nubes circundantes. El viento
marcero ha entrado fresco y ácido y ha hecho gemir las amarras.”
Sugerencia:
si no ha leído El cuaderno gris, súmelo a sus intenciones para el nuevo
año.
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