Ilustración: Margarita Nava |
Desconozco lo que sucede en otras partes pero para el caso de Uruguay y Argentina existe un término específico para designarlos. Se les llama ñoquis y el término tiene su historia.
Por aquellos rumbos rioplatenses, y siguiendo una tradición de la nutrida colonia italiana asentada en esas tierras, existe la costumbre de que los días 29 de cada mes (febrero está en desventaja, se advertirá con razón) se comen ñoquis, una variedad de pasta hecha a base de papa y que suele servirse con tuco o manteca y queso. Los supersticiosos agregan otro condimento a esta tradición: poner un billete debajo del plato para asegurar que no falte el dinero.
Pues bien el otro ñoqui al que nos referimos, luego de haber dado faltazo durante todo el mes a sus responsabilidades laborales, registraba una asistencia ejemplar los días 29 en que pasaba a cobrar su sueldo. De ahí el parangón.
Al llegar a México no me llevó mucho tiempo aprender que también aquí existe esa especie pero se le llama de otra manera: aviadores. Durante mucho tiempo, y con una persistencia digna de mejores causas, anduve siguiendo el origen de esta expresión con resultados adversos; hasta que se cumplió el dicho en cuanto a que el que busca encuentra.
Según Álvaro González Pérez, citado por Refugio Bautista Zane, en tiempos de la Revolución el gobierno del presidente Venustiano Carranza contrató a un grupo de aviadores estadounidenses para que lo ayudaran en tomar el control del país amenazado por diversos caudillos en diferentes rumbos. “Los pilotos extranjeros nunca fueron utilizados, pero, eso sí, cobraron puntualmente su sueldo. Por eso quedó como costumbre designar como aviadores a las personas que están en alguna nómina gubernamental, presentándose a las oficinas sólo el día de pago.” Refugio Bautista Zane amplía la información sobre este tema.
La corrupción en la burocracia, ha sido una constante en la vida política de México. Frecuentemente se desvía dinero de las arcas del gobierno (y por tanto de los contribuyentes, ya que el gobierno no tiene dinero propio) para fines de lucro personal. A fines de los años treinta, por ejemplo, Gonzalo N. Santos menciona que realizó gestiones para que se diera un puesto de aviador a un recomendado suyo que participó en la campaña electoral con Ávila Camacho. Santos lo explica así: "Yo me encargué de que Caloca (el recomendado) ingresara a la 'Fuerza Aérea' parlamentaria (de aviador) con dos mil pesos de sueldo mensuales (equivalente al que entonces ganaban los diputados), el mismo día de nuestra llegada a México".
Aun cuando es posible reconocer avances en relación a gestiones de contraloría y transparencia institucional, no existen dudas en cuanto a que ñoquis y aviadores siguen existiendo, con la ventaja adicional de que los nuevos procedimientos administrativos que posibilitan depositar el sueldo en la cuenta del trabajador, evita la molestia de tener que concurrir los días 29 a cobrar los haberes.
Por último, cabe agregar que este gremio –como tantos otros- se salvó de la maldición bíblica de tener que ganarse la vida con el sudor de la frente y lo convirtió en saberse ganar la vida con el sudor del de enfrente.
No de a gratis estamos como estamos.
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