jueves, 12 de febrero de 2015

Una vida de novela


Ambrose Bierce es autor del conocido libro “Diccionario del diablo”, donde enumera una amplia lista de conceptos a los que define en forma muy personal,  caracterizada por la ironía y el sarcasmo. La siguiente es una pequeña muestra de ello.

Academia. Escuela antigua donde se enseñaba moral y filosofía. Escuela moderna donde se enseña el fútbol.
Arquitecto. El que traza los planos de nuestra casa y planea el destrozo de nuestras finanzas.
Cagatintas. Funcionario útil que con frecuencia dirige un periódico.
Cañón. Instrumento usado en la rectificación de las fronteras.
Confidente. Aquel a quien A confía los secretos de B, que le fueron confiados por C.
Conocido. Persona a quien conocemos lo bastante para pedirle dinero prestado, pero no lo suficiente para prestarle.
Conservador. Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazarlos por otros.

De este libro, publicado originalmente en 1911, se han hecho diversas ediciones (por cierto que la traducción al español estuvo a cargo del escritor argentino Rodolfo Walsh quien posteriormente, en 1977, fuera asesinado y desaparecido por la dictadura militar que tomó el poder en aquellos años).

La serie de vicisitudes y calamidades que forman parte de la vida de Ambrose Bierce es realmente impresionante. De ellas da cuenta José María Álvarez en el prólogo del Diccionario del diablo publicado por Edimat en Madrid, 1998.  

Ambrose Gwinet Alarico, hijo de Marco Aurelio Tácito y Laura Bierce, nació el 24 de junio de 1842 en Horse Cav, Meigs County, Ohio. A los cinco años, jugando con un hacha, cortó el pie izquierdo de su hermano mayor. A los once, bajo el desamparo de una sequía irremediable, asiste al suicidio por horca de su padre. En muy pocos meses sucesivos contemplará mudo el derrumbamiento de su apellido: su madre escapa con un pistolero de caravanas; su hermano Albert, el mutilado, se hace jesuita; otro hermano entrará de forzudo en un circo perdiéndose su rastro en las afueras de La Habana; su hermana Cleopatra deviene misionera en una congregación de redenciones africanas y termina devorada por sus feligreses. Su único protector, su tío Lucius Verus, pirata y decorador, sucumbe en Canadá con toda la tripulación del “Raquel”.

Luego de tantas tribulaciones iniciales, la vida de Bierce continuó por rumbos de turbulencias; prosigue la semblanza que ofrece Álvarez

Solo en el mundo, Bierce es recogido por Miss Zilphia Gant, solterona y cuáquera, en Kentucky, en cuya Escuela Superior Milita entra en 1859. Al estalla la Guerra de Secesión se incorpora como voluntario en el 99º. Regimiento Volante de New Orleans, a las órdenes del general Welles, en el que asciende, después de actuar como topógrafo, explorador y racionero, a primer teniente de Voluntarios. Con tal grado intervino en las batallas de Shiloh, Murfreesboro, Oxford, Chickamauga y Chattanooga, en la defensa de Atlanta y en la guerrilla contra Sherman en Georgia, siendo herido en Kenesaw Mountain en junio de 1864. Terminó la guerra pobre, cojo y desencantado. Necesitó emplearse en la Casa de la Moneda de San Francisco, y como no tenía otra cosa mejor que hacer, comenzó a escribir. Al principio fueron solamente pies de fotografías e inmeritorios artículos para The San Francisco News. Mas, poco a poco, fue añadiendo relatos. En 1871 contrajo matrimonio con Escarlata Lee Stuart, mestiza chiricahua, y decidió viajar a Londres, donde vivieron cinco años y nacieron sus hijos, Montaigne y Montesquieu.
En 1876 partió Bierce hacia Bosnia, con el fin de completar un trabajo de Geografía encargado por la Universidad de Cambridge. Desde Zenica se dirige, llamado nadie sabe por qué Luz, a Istanbul. Se enamora de la Ciudad Sagrada y escribe a Escarlata para que se reúna con él, busca trabajo y pretende vivir ya para siempre a la sombra de la Sublime Puerta. Pero en Istanbul conoce a Bakunin, es iniciado por éste en la Idea, y juntos marcharon a Roma planeando asesinar a Pío IX. Perseguidos por todas las policías del continente, se separan en Esmirna y Bierce regresa a los Estados Unidos.
Se instala entonces en California, haciéndose cargo de la subdirección de The Argonaut y, más tarde, como director, de The Examiner. Su célebre columna Prattle en este último lo convierte en escritor famoso. Y a partir de 1888 publica dos cuentos por semana que recogerá bajo el título Anoche soñé que volvía a Manderley.
En 1905 se enamora de Mrs. Patrick Campbell durante una representación de Romeo and Juliet, y se escapa con ella. Pero la dulce actriz lo abandona en Boston. Y Bierce desesperado, se entrega al alcohol, renuncia a su carrera y se dedica a vivir de prestado. Su esposa también lo abandona y regresa con su tribu. Sus hijos, uno muere en una pelea de taberna y otro por una sobredosis de cocaína.
En 1913, tras un proceso escandaloso donde fue acusado de malversación de fondos y talento, abandono de hogares y destrucción de hijos, volvió al campo de Kenesaw Monuntain, se despidió de sus muertos y emprendió el camino de México para luchar con las tropas de Francisco Villa. Sus últimas palabras en territorio U.S.A. fueron: “Si se enteran de que he sido puesto contra un paredón mexicano y cosido a balazos, sepan que pienso que es una buena forma de abandonar esta mierda”.

El final de su vida se torna un misterio y se supone que murió fusilado en México en 1914. Un verdadero personaje de novela, tal como lo supo Carlos Fuentes quien en su libro “Gringo Viejo”, relata los últimos años de vida de Ambrose Bierce.

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