jueves, 12 de marzo de 2015

Mensajes post mortem


De un tiempo a esta parte se ha hecho presente un nuevo nicho de mercado: los mensajes post mortem. A través de ellos las personas pueden dejar mensajes que, con posterioridad a su muerte, llegarán a los destinatarios previamente seleccionados. A continuación transcribimos una de las tantas notas que circulan por la red acerca de ello:
 
Hay personas precavidas que tienen su vida organizada desde que tienen consciencia del mundo hasta su muerte y, para ellas, existen diferentes herramientas online que les permiten dejar un mensaje importante a sus seres queridos si es que fallecen repentinamente. Una aplicación de este estilo es una que permite a los usuarios de Facebook dejar mensajes post mortem en su muro de la red social.
Se trata de un app online denominada if i die que, aunque podría resultar algo macabra, también puede ser muy útil si quieren que sus amigos, familiares y seguidores de Facebook reciban un mensaje importante para cuando no estén en este mundo. De esta forma, si tienen intenciones de regalarles algo a sus seres queridos que les pertenece o desean comunicar algo a sus hijos luego de fallecidos podrán hacerlo.
Lo que hace esta aplicación es almacenar mensajes o videos personales que se entregarán a los amigos de Facebook cuando fallezcan. De todos modos, para visualizarlos tres personas cercanas que ustedes eligieron previamente deberán activar el contenido post mortem que ustedes archivaron.
Este programa ya cuenta con más de 200.000 usuarios y lo más curioso es que el mensaje del primer participante en fallecer será transmitido en medios de comunicación. De todos modos, los creadores aseguran que el único problema es que no vivirá para disfrutar del momento.

Pero no vaya a creerse que se trata de algo novedoso, por lo que conviene recordar que han existido diversos precursores de esta propuesta. Uno de ellos (claro está que con algunas ligeras variantes en su estilo) fue Felix Berthier, cuya obra nos llega por medio de la narración de John Berger.
 
[Felix Berthier] tocaba en la banda de música del pueblo en el que vivo. Se ganaba la vida como pintor de brocha gorda; era un trabajador autónomo. Se dirigía a todo el mundo llamándole camarada: al cura, al alcalde, al panadero, que votaba a los fascistas, al sepulturero, a un niño camino de la escuela. El saludo iba acompañado de una sonrisa, no burlona, sino como si hubiera levantado a aquel al que estaba saludando y lo hubiera trasplantado a un tiempo y un lugar en el que cuadrara ese apelativo. (...)
Felix murió hace quince años atropellado por un coche en la calle mayor de un pueblo vecino; era un sábado por la noche (...)
Con el paso del tiempo, algunas de las casas que había pintado o las habitaciones que había empapelado necesitaban una nueva mano. Y al preparar las paredes pa­ra hacerla, se descubrió que muchas veces, antes de poner el papel o aplicar la pintura, Felix había escrito mensajes en ellas con su gruesa brocha: El beneficio es mierda. Los pobres van al cielo. ¡Viva la justicia!

Es así como el camarada Felix proponía una línea diferente y original de mensajes post mortem.

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