martes, 17 de marzo de 2015

De corrientes y camionetas


Estamos en tiempos en que la lucha interna en los diversos partidos políticos, adquiere tonos tan elevados que hace exclamar a más de uno: “¡menos mal que se trata de correligionarios…!”

Esta suerte de lucha libre se presenta de manera cíclica en ocasiones que son propicias para ello, como por ejemplo la hora de confeccionar las listas para próximas elecciones o el momento de repartir cargos luego de ganar alguna contienda. Son circunstancias muy difíciles para la unidad partidaria porque todos los políticos quieren hacer suyo el consejo del filósofo de Güemez: "Como los frijoles de olla, arriba o abajo; pero siempre dentro". El fuego amigo entre las diferentes tribus también se presenta cuando es prioritario deslindarse de vínculos y compromisos con algún compañero de partido que en ese momento está bajo sospecha de malversación de fondos u otra conducta delictiva.

Hay gobernantes con colmillo -grandes conocedores del juego electoral- que se atreven a inmiscuirse en las rivalidades entre corrientes de los partidos opositores a los efectos de azuzar antagonismos, ya que ello puede redituarles beneficios de consideración. Hace algunos años (y ello es posible advertirlo dado que el protagonista de esta historia ha cambiado de partido) Paco Ignacio Taibo II presentaba un ejemplo de ello.  

Se cuenta que en prólogo de una elección en Puebla, siendo [Manuel] Bartlett el gobernador, sus mapaches le advirtieron que corría el riesgo de perder tres circunscripciones a manos del PRD, a lo que contestó: “¿cuántas corrientes tiene el PRD en esos lugares?” Y le respondieron que tres. A lo que propuso: “Regálenles dos camionetas y mientras se pelean para ver a quién le tocan, nos los chingamos”. Yo nunca vi las camionetas, pero sea o no cierta la anécdota, el caso es que ese año las elecciones se perdieron en Puebla.

Y como dice el dicho: se non è vero, è ben trovato.

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