En estos
tiempos de consumismo no es fácil practicar el ahorro en ninguna de sus
variantes. Y en contra de lo que podría suponerse, el derroche de palabras suele
tener un alto costo que, con frecuencia, da origen a pleonasmos a los que Alex
Grijelmo define de la siguiente manera: “La redundancia de significado no
relevante (es decir, con palabras prescindibles) se denomina ‘pleonasmo’,
vocablo procedente del griego pleonasmós (‘sobreabundancia’ o ‘exageración’).”
Para no
incurrir en el error de considerar que siempre son negativos, aclara Grijelmo: “Como
sucede con el colesterol y con las amistades, hay pleonasmos buenos y
pleonasmos poco recomendables. Los buenos añaden expresividad, ironía… algo: ‘Cállate
la boca’, por ejemplo.” Pero los más frecuentes son malos, aquellos que sin
agregar nada pueden volver confuso lo que se expresa; según Grijelmo de este
tipo son los que abundan tanto en la política como en el periodismo, ámbitos en
los que muy a menudo las palabras pierden su significado.
Y
queríamos llegar hasta aquí para preguntarnos si la abundancia de pleonasmos no
implicará que algunas personas están dejando de creer en la fuerza de muchas
palabras y en sus significados redondos; y si eso explicará tal vez el
desmedido uso del adverbio “absolutamente” entre quienes hablan en público:
estamos absolutamente felices, absolutamente decididos, absolutamente seguros.
Quienes se expresan así imaginan acaso fisuras en las palabras más sólidas; o
quizás esos vocablos se les han desgastado por su desempeño falso y artificial.
Un político que dice “vamos a resolver este difícil reto” está dejando de creer
en la palabra “reto”, de tanto manosearla.
Así como
hay cazadores de erratas (a los que hemos aludido en otra oportunidad http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2013/12/cazadores-de-erratas.html),
también los hay de pleonasmos. Sin que se trate de una enumeración exhaustiva,
aquí presentamos algunos:
salió
volando por los aires
lo vi con
mis propios ojos
casco
protector
lo he
pintado con mis propias manos
asolearse
en el sol
¡salga
afuera!
se lo
vuelvo a repetir
brinca
hacia arriba
lo que no
puede ser, no puede ser y además, es imposible
hecho
real
asómate
al exterior
pensó
para sí
cita
previa
planes de
futuro
bajar
abajo
obsequio
gratuito
subir
arriba
erario público
avanzar
hacia delante
polos
opuestos
mi propia
opinión personal
buena
ortografía
¡oríllese
a la orilla!
lo oí con
mis propios oídos
protagonista
principal
el
estadio estaba completamente abarrotado
es
totalmente gratis
vio un
falso espejismo
se aprobó
con la unanimidad de todos
Los hay
que son verdaderas joyas, como el que encontró Alex Grijelmo en un diario
madrileño: “Ayer por la mañana se practicó la autopsia al cadáver del
fallecido”. Ante este despropósito Grijelmo no desperdició la oportunidad de
ironizar: “Realmente nos dejaba ya muy tranquilos saber por esa frase que las
autopsias se les practican a los cadáveres, pero todavía nos quedamos más a
gusto cuando supimos que esos cadáveres están muertos.” Otra de estas perlas
Grijelmo la oyó en una radio en la que, al dar la noticia del encarcelamiento
de cierto personaje público, agregaron “le tomaron las huellas dactilares de
los dedos de sus manos”. Aquí tampoco perdería la oportunidad de replicar con
sarcasmo: “lo cual da a entender que a veces las huellas dactilares se toman de
algún otro lugar del cuerpo”.
Ahora
bien, ¿existen tratamientos para prevenir pleonasmos? El mismo Grijelmo
recomienda tomar en cuenta la máxima de
relevancia.
El genio
del idioma no quiere que se diga con dos palabras (o más) lo que se expresa a
la perfección con una. Y eso encuentra una explicación en la máxima de
relevancia que definió el filósofo de la lengua inglés Paul Herbert Grice
(1913-1988).
La máxima
de relevancia constituye una de las reglas de cualquier conversación en la
que dos interlocutores intentan entenderse. Y consiste en que todo lo que
cuentan ha de ser relevante (adecuado, pertinente) para la idea que desean
transmitir. Lo superfluo queda eliminado antes de pronunciarse, y así se añade
significado a la individualidad de cada término. Si una palabra está presente,
será por algo: tendrá un sentido propio, igual que las demás.
Fácil de decir, difícil de
practicar.
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