No son pocos los españoles que
al arribar a México descubrieron una forma de hablar muy diferente en su propia
lengua. Es así que conocieron palabras nuevas, otras modificadas, también
aquellas que siendo las mismas cambian radicalmente su significado. Hubo
quienes en ello apreciaron la diversidad y también los que descalificaron
aquello que consideraron la profanación del idioma. Son muchos quienes dejaron
constancia de sus impresiones al respecto.
En el caso de José Moreno Villa
se vio gratamente sorprendido por el tono tan diferente en que escuchó hablar castilla y ello lo dejó plasmado en sus
notas.
Son las
palabras españolas, mías, las que llegan a mis oídos, pero con qué otro son. No
suenan lo mismo.
Este
pequeño misterio sobre el que todo el mundo pasa, considerándolo sin
importancia, es lo que más me detiene. Me paro a ver si es el tono o el ritmo
al hablar, o las dos cosas. ¡Qué maravilla! Pero si es ahí, en eso, donde está
lo más hondo del alma humana.
Moreno Villa explica que esa
sonoridad, cadencia y ritmo tan distinto, se debe a las dificultades que
debieron vencer los mexicanos que hablando sus propias lenguas debieron aprender
otro idioma.
Se le
nota... la dificultad que tiene que vencer. Y, en vencerla, emplea tiempo; y
por esto es lenta su expresión, lenta, melosa y recalcada.
En la
emisión de un pues sí o un qué bueno o cómo no está toda el alma mexicana. El tono con que se dicen tales
palabras es capaz de desarmar y enternecer. Un español no puede dar esa nota de
dulzura y de honda bondad humilde. Nosotros somos más secos, más duros y más
orgullosos.
Asimismo pone énfasis en que los
sonidos predominantes en el idioma de origen dejan su huella al momento de pronunciarse
en otra lengua.
Yo
desconozco la lengua primitiva mexicana (las lenguas), y por consiguiente no
puedo señalar qué letras eran las dominantes y qué sonidos existían en ella o
ellas. Pero es lógico que la s mexicana
se pueda explicar. Si el chino, al hablar castellano, convierte la r en l es porque su lengua no le habituó
a aquel sonido. Y si el mexicano a su vez pronuncia la tl como no podemos pronunciarla los españoles, ello indica que
tiene facultades fonéticas propias y que ellas pueden o deben originar
perturbaciones en la pronunciación normal hispana.
Concluye José Moreno Villa
haciendo un análisis del tono con que se habla en México. “En el tono acusan
los mexicanos, por lo pronto, su bondad, y acaso un velado sentimiento de
lejana servidumbre; y en el ritmo, tan lento, la dificultad de una lengua que
no es la vernácula.”
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