Al
momento de armar este artículo son pocos, muy pocos, los motivos para reír de
acuerdo al acontecer social. Porque aunque en lo personal las cosas caminen
bien, alcanza ver lo que sucede a otros para tomar prestadas las palabras de
don Atahualpa Yupanqui: “en lo personal estoy bien pero en lo social mal”.
En
este contexto la risa pudiera parecer frívola, inconveniente y de mal gusto
para los tiempos en que se vive. Sin embargo, a esta forma de ver las cosas se
opuso, entre tantos otros, Mario Benedetti convocando a “defender la alegría”. Y
es que frente al desaliento, el humor se convierte en una forma de resistencia
que en el caso de México adquiere características muy peculiares; a ello se refería
José Revueltas.
Es un rasgo muy característico de la imaginación popular
en México la tendencia a descubrir todo lo que de más asombroso pueda existir
en lo obvio, para lo cual se deforma esta obviedad mediante el solo recurso de
subrayarla hasta volverla ironía, sarcasmo, humor negro. Los cuentos, las
canciones, los refranes ofrecen incontables ejemplos en este sentido. Podríamos
reproducir centenares de ellos que tanto nos hacen reír a los mexicanos pero
que no por eso dejan de tener un aire delirante. Hay la historia de cierto
sujeto víctima de un asalto a mano armada en un lejano suburbio sin vigilancia,
a muy altas horas de la noche. Los maleantes no sólo arrebatan al hombre lo que
lleva encima, sino que le abren el vientre de lado a lado con espantosa
cuchillada. La víctima, sin perder la serenidad pese a las circunstancias
desoladoras de su situación, sostiene en las manos sus propios intestinos que le dejaran fuera los
malhechores con el bárbaro tajo, y echa a caminar en busca del más próximo puesto
de socorro. Después de un largo recorrido que le lleva más de una hora, por fin
llega a una estación médica de emergencia en cuyo interior, sin más
explicaciones, se deja caer sobre la primera cama que encuentra. Lo atiende de
inmediato una enfermera, asombrada por la resistencia del individuo que pudo
soportar caminata tan abrumadora con semejante herida. Comenta entonces que al
pobrecito le ha de doler mucho. El sujeto replica que “mucho mucho, no”. Pero
luego de reflexionar por un instante, rectifica, al servicio de la exactitud:
“¿Viera? Pos nomás cuando me río”. Aquí parecería cifrarse el sentido de una de
las paradojas emotivas del mexicano: sufre más mientras más alegre se
encuentra, porque en gran parte su alegría no es sino burla de sí mismo, tantas
veces burlado y por tantos, a través de una historia trágica tan llena de
heridas que apenas comienzan a restañarse.
Se
trata de lo que Germán Dehesa identificara como la subversiva risa de los fregados. “¿De qué se ríen? ¿De
qué se reía Chava Flores? Creo que la respuesta es sencilla. Se reía, se ríen,
nos reímos de sabernos todos igualmente vulnerables, igualmente cursis,
igualmente ateridos, igualmente fiesteros.” Y claro que en este tema no podía
faltar el maestro Carlos Monsiváis quien en su famosa sección Por mi madre bohemios recopilaba
dislates de los personajes del momento a los que añadía sus comentarios
sarcásticos. Algunos de estas muestras de humor involuntario han pasado a la
historia:
En la
Central de Trabajadores de México somos más marxistas que el papa.
En el
Estado de Guerrero, los únicos que se quejan son los pobres (que constituyen
más del 80% de la población).
De esta manera el humor se
rebela ante tanta violencia, injusticia, abuso de poder, aportando el mensaje
de que no todo está perdido. En opinión de Juan Villoro: "A veces se
piensa que lo más radical es lo más duro, lo cabrón, lo sórdido, hoy en día, es
mucho más radical generar espacios de felicidad, de humor, no hay nada más
transgresor en estos momentos que sentirse bien, precisamente porque no hay
muchos elementos para sentirse bien".
Quizás
por ello, Germán Dehesa afirmaba que “la risa es un privilegio al que no
pretendo renunciar”.
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