jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Para qué sirve el estudio?


En su libro Amor y exilio (Barcelona, Ediciones B, 2002) Isaac Bashevis Singer rememora algunas escenas de su infancia y en especial las que tenían que ver con su padre. La que trascribimos a continuación debe haber tenido lugar hacia fines de la primera década del siglo XX.

Puesto que en nuestra casa siempre se hablaba de Dios, pregunté a mi padre:
-Papá, ¿Dios  tiene  barba?
Sonrió y, tras reflexionar un instante, dijo:
-No está permitido hablar así.
-¿Por qué?
-Dios es incorpóreo. No obstante, cuanto existe sobre la Tierra tiene su contrapartida en el Cielo. Aquí todo es materia; allí todo es espíritu.
-¿Qué es espíritu? -inquirí.
-Alma.
-¿Qué es alma?
-Nadie puede ver el alma ni tocarla –sentenció mi padre-, pero sin el alma es imposible  vivir.
Yo quería seguir haciendo más preguntas, pero él dijo:
-Por favor, déjame estudiar.

De esta manera -y contradiciendo a quienes afirman que no sirve para nada- hay circunstancias en que el estudio permite, cuando menos, huir de preguntas difíciles.

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