En su
libro Amor y exilio (Barcelona,
Ediciones B, 2002) Isaac Bashevis Singer rememora algunas escenas de su
infancia y en especial las que tenían que ver con su padre. La que trascribimos
a continuación debe haber tenido lugar hacia fines de la primera década del
siglo XX.
Puesto
que en nuestra casa siempre se hablaba de Dios, pregunté a mi padre:
-Papá, ¿Dios tiene
barba?
Sonrió y,
tras reflexionar un instante, dijo:
-No está
permitido hablar así.
-¿Por qué?
-Dios es
incorpóreo. No obstante, cuanto existe sobre la Tierra tiene su contrapartida
en el Cielo. Aquí todo es materia; allí todo es espíritu.
-¿Qué es
espíritu? -inquirí.
-Alma.
-¿Qué es
alma?
-Nadie
puede ver el alma ni tocarla –sentenció mi padre-, pero sin el alma es
imposible vivir.
Yo quería
seguir haciendo más preguntas, pero él dijo:
-Por favor,
déjame estudiar.
De
esta manera -y contradiciendo a quienes afirman que no sirve para nada- hay
circunstancias en que el estudio permite, cuando menos, huir de preguntas
difíciles.
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