jueves, 26 de enero de 2017

Pasa en las mejores familias


El mundo de la cultura no es ajeno a los pequeños y triviales accidentes domésticos, tal como lo muestran los dos breves relatos que transcribiremos a continuación.

El primero de ellos -narrado por Frédéric Rouvillois- pone de manifiesto la pícara salida y el sentido de oportunidad que tuvo su protagonista en un momento difícil.

La leyenda dorada de la Belle Époque cuenta que Sacha Guitry, en ocasión de una cena de gran gala, dejó escapar un viento particularmente sonoro; en tanto que todo el mundo, muy molesto, clava la nariz en su plato, Guitry, de frac negro y corbata blanca, Guitry, a quien nada puede desconcertar, se inclina hacia su vecina de la derecha y le murmura con una voz perfectamente audible en toda la mesa: “No os preocupéis, señora, diré que he sido yo”.

El otro caso –citado por Edgardo Cozarinsky en base a un relato de José Bianco- muestra la elegancia propia de una dama para hacer frente a una situación similar.

Invitado a la mesa de una distinguida anfitriona, [Paul] Valéry sintió surgir, imperiosa, la emisión del gas, inevitablemente sonoro, imposible de reprimir. En el momento fatídico movió su silla para que el ruido de las patas sobre el parqué cubriese el de sus entrañas. El ardid, desde luego, fracasó. Ninguno de los invitados, imperturbables, se permitió una mirada, menos aun una sonrisa, pero minutos más tarde la dueña de casa, literata y femme d'esprit, comentó: "A veces hasta a un gran poeta le resulta difícil encontrar una rima". ("Parfois même un grand poète a du mal à trouver une rime...")

Lo anterior deja en claro que por más difícil que se presente una situación, siempre existen maneras creativas de salir airoso de ellas.

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