martes, 14 de marzo de 2017

Filosofando ante una taza de té



Las conversaciones entre amigos vienen en varias presentaciones, las hay: superficiales o profundas; largas o cortas; temáticas o dispersas; acerca del pasado, presente o futuro; en relación a lo sucedido a los protagonistas o a otros; con o sin moraleja; sin aditamentos o con alguna bebida espirituosa, a los que se podría añadir un largo etcétera.


Tener amigos con quien encontrarse a platicar debería ser un derecho consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y en el triste caso de que ello no suceda, hay que largarse igual a ventilar los interiores porque en una de esas encontremos quien nos comprenda aunque pareciera que no (tal como le aconteció a Pedro Garfias según lo cuenta Pablo Neruda, lo  que hemos referido en otra habladuría http://habladuriacronicasdelocotidiano.blogspot.mx/2015/03/pedro-garfias-poeta-del-exilio.html)


Pues bien, sin ninguna otra consideración pasemos al diálogo que hoy nos ocupa –relatado por Hedwig Lewis- y que alcanza niveles de excelencia tanto en brevedad como profundidad.  


Dos hombres ya mayores descansaban en un bar de carretera. Uno de ellos bebió un gran sorbo de su taza y, a continuación, miró de frente a su amigo y le dijo:
- La vida es como una taza de té.
- ¿Qué quieres decir? –le preguntó perplejo su amigo.
- ¡Cómo quieres que lo sepa! –le respondió el otro-. No soy un filósofo.

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