martes, 18 de abril de 2017

La salud, un tema delicado


En las últimas décadas se han dado pasos de enorme trascendencia respecto a la difusión de temas que tienen que ver con prevención, cuidado de la salud y campañas que dan a conocer hábitos saludables. Pero en ocasiones se ha exagerado, tal como lo pone manifiesto Josep Maria Esquirol. “Una de estas desviaciones es, por ejemplo, la actual patologización y medicalización de la vida, es decir, la tendencia a considerar todo problema como problema de salud (con la consiguiente aparición de ‘nuevas enfermedades’) y a priorizar el tratamiento farmacológico y eventualmente quirúrgico (…)”. Hasta la propia definición de salud de la OMS no está exenta –según Esquirol- de problemas.

Una especie de reflejo del problema lo podemos ver hasta en la definición de salud que ofrece la Organización Mundial de la Salud: “Estado de completo bienestar físico, mental y social”. Si se toma literalmente, como lo que indica no se da nunca, hay que concluir que todos estamos enfermos. Al desasosiego, por desorientación, del hombre moderno, se añade esta desafortunada definición de salud, tan amplia que siempre podrá encontrarse algún motivo para sentirse enfermo y acudir al médico. Los maximalismos suelen frustrar. Y esta definición de salud pone enfermo.

Por otra parte, Simon Leys ejemplifica el punto. “El ilustre doctor Farabeuf ya nos había puesto en guardia: ‘La buena salud es un estado precario que no presagia nada bueno’.” También alude a otro caso.

Sobre este tema, creo que Laurence Sterne expuso la perspectiva correcta en la descripción de una visita que hizo a su médico:
-Señor –me dijo el médico-, su salud es completamente normal. –Al oírlo, empecé a regocijarme, pero el doctor continuó-: Tal condición es sumamente rara; es motivo de preocupación y requiere suma cautela.

Esta precariedad queda de manifiesto, en opinión de Leys, cuando “toda la frágil armonía que hayamos conseguido acumular en nuestro interior se expone a diario a desafíos peligrosos y a agresiones crueles, y el resultado de nuestra lucha sigue siendo siempre incierto.”

Para concluir citemos a Ingmar Bergman, quien en sus memorias comparte una vivencia al respecto. “Una tarde le pregunto al amable médico si alguna vez en su vida ha curado a una sola persona. Reflexiona circunspecto y me contesta: ‘Curar es una palabra muy seria’, después mueve la cabeza y me sonríe para animarme.”

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