Los anuncios
clasificados (también conocidos como APP: anuncios por palabras) constituyen
una rica fuente de información que da cuenta tanto de su tiempo como del lugar
de que se trate. Eulalio Ferrer Rodríguez fue tras ellos guiado por su interés
en temas culturales y específicamente publicitarios.
Cabe precisar que
todas las citas de esta serie de artículos corresponden a obras de don Eulalio,
en particular a La historia de los
anuncios por palabras (México, Ediciones de Comunicación, 1987).
Los anuncios tienen
su historia y se considera pionero del género un exhorto que procura ayuda para
encontrar a un esclavo huido, al tiempo que aprovecha la ocasión para ofrecer
sus telas.
El anuncio más
antiguo que registran los historiadores de la publicidad data de hace 3,000
años aproximadamente. Los arqueólogos lo descubrieron en las ruinas de Tebas y
se conserva en el Museo Británico. Recordemos su texto:
El esclavo
Shem ha huido de la casa de su noble amo Hapú, el tejedor. Todos los buenos
ciudadanos de Tebas están invitados a participar en su búsqueda. El esclavo
mide 1.55, es de complexión robusta y tiene ojos cafés. Se recompensará a la
persona que proporcione datos para encontrar a Shem, con media moneda de oro.
La persona que lo capture y lo devuelva a la casa de Hapú, el tejedor, será
recompensada con una moneda de oro. La
Casa de Hapú ofrece las mejores telas de Tebas.
Mucho después los anuncios
por palabras encontrarían lugar en los periódicos. Así fue como algunos de
ellos les ofrecieron espacios privilegiados mientras que las noticias pasaban a
sitios secundarios; se llegó a extremos
(...) El “Times”
mantiene y acentúa la categoría del anuncio como noticia de primera plana. Toda
ella está destinada a anuncios breves, con las siguientes clasificaciones:
Primera columna, diversiones. Segunda columna, sociales. Tercera columna,
solicitudes de empleos. Cuarta columna, avisos sociales. A tal extremo se
mantiene esta clasificación que los historiadores han reprochado severamente al
“Times” que no mereciera los honores de su primera plana una noticia tan
resonante como la victoria de Wellington sobre Napoleón en Waterloo. Esta
apareció en la página interior del número 9,554 del 22 de junio de 1815. No
hubo lugar para ella en la primera plana, ocupada por avisos de empleos,
pérdidas, muebles, servicios, etc. Ni la Revolución Industrial ,
con todos sus cambios económicos, a mediados del siglo XVIII, modificaría la
política del diario.
Artistas poco
conocidos también recurrieron a ellos para publicitar sus obras y no faltó
quien posteriormente alcanzara alta consideración en el mercado del arte.
Quienes hoy buscan, como tesoros
privilegiados, los famosos Caprichos de Goya ¿pueden imaginarse que el
propio pintor los anunciaba a un precio irrisorio? Pues así lo testimonia el
“Diario de Madrid”, en su edición del 6 de febrero de 1799 (...):
Colección de estampas de asuntos
caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por don Francisco de Goya.
Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos (aunque
parece peculiar de la elocuencia y la poesía) puede ser también objeto de la
pintura, ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la
multitud de extravagancias y desaciertos que son comunes en toda la sociedad
civil y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la
costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar
materia para el ridículo, y a exercitar al mismo tiempo la fantasía del
artífice. Se vende en la calle del Desengaño No. 1, tienda de perfumes y
licores, pagando por cada colección de a 80 estampas, 320 rs. vn.
Llama la atención
que en ciertos periodos históricos los anuncios cumplieron cometidos que
estaban muy lejos de su función manifiesta.
Se supo que tanto
en la primera Guerra Mundial, como en la última, los agentes alemanes se
comunicaban a través de los APP (anuncios por palabras) del “Times”. De igual
manera —y con fines opuestos— eran utilizados por la Scotland Yard. Y,
más recientemente por la CIA.
Tal vez algunos de
los citados a continuación pudieran ser ejemplo de ello.
En 1848 el periódico (“Times”) publica
una serie de avisos intrigantes, escritos en el más puro lenguaje críptico:
* No podías hablar. ¡Fue tan
repentino! Yo soy un buen jinete. El verde es mi color favorito. Quiero dinero.
* Pequeña casa. Peligro. Cruza
el mar.
* Desde el viernes por la
mañana, muero de hora en hora. ¿Dónde estás y cuándo volverás? J. S.
* Mis colores están clavados, no
atados al mástil. T.
* Cloves. Muchas cosas se me han
impuesto. Saquemos fuerzas del pasado. Requiere encontrar pájaro. Infeliz.
* Dreirdre. Vuela enseguida.
Todo descubierto. Hugo.
Seguiremos con el tema.
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