jueves, 7 de septiembre de 2017

Eulalio Ferrer y los anuncios clasificados/1


Los anuncios clasificados (también conocidos como APP: anuncios por palabras) constituyen una rica fuente de información que da cuenta tanto de su tiempo como del lugar de que se trate. Eulalio Ferrer Rodríguez fue tras ellos guiado por su interés en temas culturales y específicamente publicitarios. 

Cabe precisar que todas las citas de esta serie de artículos corresponden a obras de don Eulalio, en particular a La historia de los anuncios por palabras (México, Ediciones de Comunicación, 1987).

Los anuncios tienen su historia y se considera pionero del género un exhorto que procura ayuda para encontrar a un esclavo huido, al tiempo que aprovecha la ocasión para ofrecer sus telas.

El anuncio más antiguo que registran los historiadores de la publicidad data de hace 3,000 años aproximadamente. Los arqueólogos lo descubrieron en las ruinas de Tebas y se conserva en el Museo Británico. Recordemos su texto:

El esclavo Shem ha huido de la casa de su noble amo Hapú, el tejedor. Todos los buenos ciudadanos de Tebas están invitados a participar en su búsqueda. El esclavo mide 1.55, es de complexión robusta y tiene ojos cafés. Se recompensará a la persona que proporcione datos para encontrar a Shem, con media moneda de oro. La persona que lo capture y lo devuelva a la casa de Hapú, el tejedor, será recompensada con una moneda de oro. La Casa de Hapú ofrece las mejores telas de Tebas.

Mucho después los anuncios por palabras encontrarían lugar en los periódicos. Así fue como algunos de ellos les ofrecieron espacios privilegiados mientras que las noticias pasaban a sitios secundarios; se llegó a extremos 

(...) El “Times” mantiene y acentúa la categoría del anuncio como noticia de primera plana. Toda ella está destinada a anuncios breves, con las siguientes clasificaciones: Primera columna, diversiones. Segunda columna, sociales. Tercera columna, solicitudes de empleos. Cuarta columna, avisos sociales. A tal extremo se mantiene esta clasificación que los historiadores han reprochado severamente al “Times” que no mereciera los honores de su primera plana una noticia tan resonante como la victoria de Wellington sobre Napoleón en Waterloo. Esta apareció en la página interior del número 9,554 del 22 de junio de 1815. No hubo lugar para ella en la primera plana, ocupada por avisos de empleos, pérdidas, muebles, servicios, etc. Ni la Revolución Industrial, con todos sus cambios económicos, a mediados del siglo XVIII, modificaría la política del diario. 

Artistas poco conocidos también recurrieron a ellos para publicitar sus obras y no faltó quien posteriormente alcanzara alta consideración en el mercado del arte. 

Quienes hoy buscan, como tesoros privilegiados, los famosos Caprichos de Goya ¿pueden imaginarse que el propio pintor los anunciaba a un precio irrisorio? Pues así lo testimonia el “Diario de Madrid”, en su edición del 6 de febrero de 1799 (...):

Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por don Francisco de Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos (aunque parece peculiar de la elocuencia y la poesía) puede ser también objeto de la pintura, ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desaciertos que son comunes en toda la sociedad civil y entre las preocupaciones y embustes vulgares, autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar materia para el ridículo, y a exercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice. Se vende en la calle del Desengaño No. 1, tienda de perfumes y licores, pagando por cada colección de a 80 estampas, 320 rs. vn.

Llama la atención que en ciertos periodos históricos los anuncios cumplieron cometidos que estaban muy lejos de su función manifiesta.

Se supo que tanto en la primera Guerra Mundial, como en la última, los agentes alemanes se comunicaban a través de los APP (anuncios por palabras) del “Times”. De igual manera —y con fines opuestos— eran utilizados por la Scotland Yard. Y, más recientemente por la CIA.

Tal vez algunos de los citados a continuación pudieran ser ejemplo de ello.

En 1848 el periódico (“Times”) publica una serie de avisos intrigantes, escritos en el más puro lenguaje críptico:
* No podías hablar. ¡Fue tan repentino! Yo soy un buen jinete. El verde es mi color favorito. Quiero dinero.
* Pequeña casa. Peligro. Cruza el mar.
* Desde el viernes por la mañana, muero de hora en hora. ¿Dónde estás y cuándo volverás? J. S.
* Mis colores están clavados, no atados al mástil. T.
* Cloves. Muchas cosas se me han impuesto. Saquemos fuerzas del pasado. Requiere encontrar pájaro. Infeliz.
* Dreirdre. Vuela enseguida. Todo descubierto. Hugo.

Seguiremos con el tema.


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