Advertencia:
si su relación de pareja no está pasando por un buen momento no lea lo que
sigue. Déjelo para otra ocasión.
Por lo
general a los textos que tomamos como base para estos artículos les
intercalamos pequeños comentarios. Hoy será una excepción y a partir de este
momento nos llamamos a silencio; las palabras pertenecen a Leila Guerriero.
Vaya
hasta la sala de su casa. Déjese caer en un sillón. Él va a llegar poco
después. Mire por la ventana, como si intentara que él se diera cuenta de que
usted es el pararrayos de la melancolía de todo el universo. Él va a preguntar:
“¿Qué pasa?”. Piense: “Que todo lo que me gusta de vos ha desaparecido”. Diga:
“Nada, ¿por?”. Él va a decir: “Estás pensativa”. Sienta que la garganta se le
cierra como si un puño intentara atravesarle la tráquea. Él va a decir:
“¿Querés que vayamos a un bar, al cine?”. Diga: “No tengo ganas”. Él va a decir
“Como quieras”. Sienta ira. Pregúntese por qué él no insiste. Sienta que sus
pensamientos se confunden como insectos histéricos. Sienta deseos de beber, de
fumar. Pregunte: “¿Compraste algo para la cena?”. Él va a decir: “No, ¿vos?”.
Diga: “No”. Él va a decir: “No importa. Comamos cualquier cosa”. Diga: “Bueno”.
Mire cómo él se pone de pie y va hacia la cocina. Sienta que la tristeza es un
río barroso del que usted ya no va a salir nunca. Póngase de pie. Camine hacia
la cocina. Él va a estar mirando el diario. Sienta que su vida es perfecta
—estupendo trabajo, casa impecable—, pero que cualquiera tiene una vida mejor
que la suya. Sienta una rabia seca. Piense: “Quiero abrirme un hoyo en la
mano”. Piense: “Él no se daría cuenta”. Quiera sangrar profusamente. Diga:
“¿Querés vino?”. Escuche cómo él dice: “No, gracias”. Abra un cajón y, al
cerrarlo, empújelo con fuerza excesiva. Vea cómo él levanta la cabeza. Diga con
furia, como si fuera un canto guerrero: “Yo sí”. Abra una botella. Escuche cómo
él dice: “Amor, no te preocupes. Todo va a estar bien”. Sienta que los ojos le
queman. Pregúntese: “¿Esto que siento es odio?”. Sienta que es necesario decir
algo. Guarde silencio. Piense: “¿Esto que siento es desprecio?”. Empiece a
cocinar.
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