jueves, 26 de octubre de 2017

¿Qué leer?


Es hora de recordar a Gabriel Zaid haciendo referencia a los demasiados libros, a la enorme cantidad de publicaciones en relación al escaso tiempo de lectura (y de vida) del que se dispone. Ante ello no se si ya existen, o estarán por aparecer, los coaching bibliográficos que brinden asesoría para ayudar a escoger las obras pertinentes a cada quien de acuerdo a su edad, circunstancias, gustos, profesión, ingresos, etc. Por lo pronto Schopenhauer, citado por Simon Leys, brinda criterios que sería recomendable tener en cuenta.

Acerca de la manera sana de frecuentar los libros, Schopenhauer ha hecho observaciones que siguen siendo de una pertinencia turbadora: “El arte de no leer es muy importante. Éste consiste en no interesarse en todo cuanto llama la atención del gran público en un momento dado. Cuando todo el mundo habla de cierta obra, recordad que todo aquel que escribe para los imbéciles no dejará de tener nunca lectores. Para leer buenos libros, la condición previa es no perder el tiempo en leer cosas malas, pues la vida es corta”. Y luego, dispara este dardo final (…): “Sólo el que saca sus escritos directamente de su cerebro merece ser leído”.

Con atrevimiento me animo a cuestionar parcialmente esta última sentencia del maestro. Mis reservas tienen que ver en primer lugar con la defensa de mi oficio de compilador y en segundo porque tengo dudas respecto a si lo que sale de cualquier cerebro merece ser leído. Asimismo me parece muy certero su concepto del arte de no leer, aun cuando me reconozco como lector desprolijo y asistemático, por no decir caótico.


Pero en fin, volvamos al meollo de la cuestión que Luis Ignacio Helguera la plantea en términos de cantidad vs calidad.


La verdad es que la cuestión de la lectura no es de cantidad sino de calidad. ¿De qué sirve leer y leer volúmenes si no se retiene nada de lo leído? Es tan inútil como leer mucho pero los libros equivocados, o sea, literatura chatarra. Leer y leer no sirve de nada si no se acompaña de una buena digestión bibliófila. Más vale leer y releer pocos libros, bien escogidos, que pasar a tontas y a locas por cerros de papel. Dicho de otro modo, más vale libro en mano –bien leído y releído- que ciento volando, que andar volando por cien.

Finalmente, la opinión de Kafka es terminante: “Creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen”.

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