martes, 19 de diciembre de 2017

El clima especial de las fiestas decembrinas


El último tramo de diciembre se caracteriza por un ambiente muy especial. Los centros comerciales repletos de gente, los empleados de las tiendas lucen adornos propios de la época, gorros de Papá Noel-Santa Claus por doquier, se escuchan los villancicos en reiteración real, hay un incremento en el índice alegría-felicidad, comidas de despedida del año, compra de regalos, llamadas y mensajes para desearnos “¡Felicidades!” (tal vez quede algún ejemplar que mande tarjetas anhelando “¡Próspero Año Nuevo para usted y familia!”).

Pero junto a esa sociedad sobreexcitada convive la tristeza, depresión y nostalgia que para muchos llega puntualmente con estas fechas. ¿A qué se debe? Ya tiene tiempo que Juan Miguel Petit entrevistó al doctor Ricardo Bernardi quien profundizó en esta cuestión (El País –Uruguay- 23/12/2005, con el título muy expresivo de “Fiestas son peligrosas para balances”). En estas fechas puede ser oportuno transcribir algunos pasajes de aquella entrevista.

-¿Cómo se vive afectivamente esta parte del año?

Es una etapa que se cierra. Lo que significa expectativas que se cumplen, otras que no, problemas que no terminan. Es también un año más en la vida. Es un momento de encuentro familiar, con lo cual todos los problemas se reactivan. Porque es el encuentro con la familia real, con todos los claroscuros que tiene, y también es un encuentro con la familia interna, que es la familia de la infancia. Se hacen presentes los duelos, se hace presente que ya no está Fulano. Es una mezcla complicada, por un lado hay alegría sí, hay reunión de gente, pero también es el momento de ciertos balances, duelos y conflictos que en ese contexto se intensifican más. (...)

-¿Qué pautas plantearía para enfrentar estas complicaciones afectivas, relacionales, que se dan en medio de un clima de festejo?

Lo primero es diferenciar un momento de magia y la magia de verdad. A lo que se puede aspirar es a un momento de magia. O sea un momento de paz, de amor, de tranquilidad. Pero si uno quiere ir mucho más allá de ciertos límites, hay derrumbes, se empiezan a generar reacciones en caída para abajo. Es bueno decir: esta es mi familia, esta es mi situación, estos son mis amigos. Estos son con los que quiero estar y ya sé cómo son. Ser también consciente de que yo tampoco soy perfecto y que si me quieren pasar cuentas me las pueden pasar. Si uno quiere disfrutar de lo que no hay, o de las personas que podrían haber sido más perfectas, va a ser muy difícil que sea un momento aceptable. (...)

-¿Qué función cumplen estas fiestas, Navidad, Fin de Año, Reyes?

Está por supuesto el sentido que tienen para las personas religiosas. En un sentido más laico, tienen el sentido especial de recordar, incluso con la denominación de Día de la Familia, un día de los niños, lo que tiene un valor simbólico muy interesante. (…) A veces hay como un desconocimiento de la naturaleza social del ser humano. Así sea el festejo secular del fútbol, eso juega un papel. La sociedad necesita compartir ciertos estados emocionales. Festejar el hecho de estar vivos. En los países cristianos se tiene como eje el nacimiento de un niño, el niño Jesús. Pero incluso en Uruguay con esa peculiaridad donde se cambió la denominación oficial de Navidad por Día de la Familia es claro que celebramos que nacimos, que tenemos familia. En términos psicoanalíticos se habla de que en los grupos humanos hay reacciones universales. Una de ellas es la idea de que va a haber una unión que va a traer algo nuevo y que eso va a simbolizar la esperanza. Esto en términos muy profundos está presente: vamos a reunirnos porque algo va a pasar, algo va a nacer, un nuevo espíritu. Es la idea de que juntos podemos engendrar algo que cambie la realidad.

-Es como un refresco en la marcha.

Es el terreno de la ilusión. Y eso es algo constitutivo del ser humano. (...)

Muchos son los que disfrutan esta temporada de fiestas y otros muchos son los que anhelan que el 2 de enero llegue pronto. Fernando Savater comparte una anécdota propia de estos últimos.

Una vez, cuando la población de Sarajevo vivía acosada por los francotiradores, Emma [Bonnino] me propuso que fuésemos allí el día de Navidad para interponernos pacíficamente entre el fuego de ambos bandos. Comenté prudentemente que no me parecía el mejor modo de festejar fechas tan entrañables y ella me advirtió: “Piensa que la alternativa es pasarlas en familia”…


José Manuel Vilabella recomienda que “la Navidad hay que padecerla con resignación cristiana y espíritu deportivo" a sabiendas de que "sin esos días enloquecidos la familia como institución, como clan, como tribu, habría desaparecido hace décadas".
¡Felices Fiestas!

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