El último tramo de
diciembre se caracteriza por un ambiente muy especial. Los centros comerciales
repletos de gente, los empleados de las tiendas lucen adornos propios de la
época, gorros de Papá Noel-Santa Claus por doquier, se escuchan los villancicos
en reiteración real, hay un incremento en el índice alegría-felicidad, comidas
de despedida del año, compra de regalos, llamadas y mensajes para desearnos “¡Felicidades!”
(tal vez quede algún ejemplar que mande tarjetas anhelando “¡Próspero Año Nuevo
para usted y familia!”).
Pero junto a esa
sociedad sobreexcitada convive la tristeza, depresión y nostalgia que para muchos
llega puntualmente con estas fechas. ¿A qué se debe? Ya tiene tiempo que Juan
Miguel Petit entrevistó al doctor Ricardo Bernardi quien profundizó en esta
cuestión (El País –Uruguay-
23/12/2005, con el título muy expresivo de “Fiestas son peligrosas para
balances”). En estas fechas puede ser oportuno transcribir algunos pasajes de
aquella entrevista.
-¿Cómo se vive
afectivamente esta parte del año?
Es una etapa que
se cierra. Lo que significa expectativas que se cumplen, otras que no,
problemas que no terminan. Es también un año más en la vida. Es un momento de
encuentro familiar, con lo cual todos los problemas se reactivan. Porque es el
encuentro con la familia real, con todos los claroscuros que tiene, y también
es un encuentro con la familia interna, que es la familia de la infancia. Se
hacen presentes los duelos, se hace presente que ya no está Fulano. Es una
mezcla complicada, por un lado hay alegría sí, hay reunión de gente, pero
también es el momento de ciertos balances, duelos y conflictos que en ese
contexto se intensifican más. (...)
-¿Qué pautas
plantearía para enfrentar estas complicaciones afectivas, relacionales, que se
dan en medio de un clima de festejo?
Lo primero es
diferenciar un momento de magia y la magia de verdad. A lo que se puede aspirar
es a un momento de magia. O sea un momento de paz, de amor, de tranquilidad.
Pero si uno quiere ir mucho más allá de ciertos límites, hay derrumbes, se
empiezan a generar reacciones en caída para abajo. Es bueno decir: esta es mi
familia, esta es mi situación, estos son mis amigos. Estos son con los que quiero
estar y ya sé cómo son. Ser también consciente de que yo tampoco soy perfecto y
que si me quieren pasar cuentas me las pueden pasar. Si uno quiere disfrutar de
lo que no hay, o de las personas que podrían haber sido más perfectas, va a ser
muy difícil que sea un momento aceptable. (...)
-¿Qué función
cumplen estas fiestas, Navidad, Fin de Año, Reyes?
Está por supuesto
el sentido que tienen para las personas religiosas. En un sentido más laico,
tienen el sentido especial de recordar, incluso con la denominación de Día de
la Familia, un día de los niños, lo que tiene un valor simbólico muy
interesante. (…) A veces hay como un desconocimiento de la naturaleza social
del ser humano. Así sea el festejo secular del fútbol, eso juega un papel. La
sociedad necesita compartir ciertos estados emocionales. Festejar el hecho de
estar vivos. En los países cristianos se tiene como eje el nacimiento de un
niño, el niño Jesús. Pero incluso en Uruguay con esa peculiaridad donde se
cambió la denominación oficial de Navidad por Día de la Familia es claro que
celebramos que nacimos, que tenemos familia. En términos psicoanalíticos se
habla de que en los grupos humanos hay reacciones universales. Una de ellas es
la idea de que va a haber una unión que va a traer algo nuevo y que eso va a
simbolizar la esperanza. Esto en términos muy profundos está presente: vamos a
reunirnos porque algo va a pasar, algo va a nacer, un nuevo espíritu. Es la
idea de que juntos podemos engendrar algo que cambie la realidad.
-Es como un
refresco en la marcha.
Es el terreno de
la ilusión. Y eso es algo constitutivo del ser humano. (...)
Muchos son los que disfrutan
esta temporada de fiestas y otros muchos son los que anhelan que el 2 de enero
llegue pronto. Fernando Savater comparte una anécdota propia de estos últimos.
Una vez, cuando la población de Sarajevo vivía
acosada por los francotiradores, Emma [Bonnino] me propuso que fuésemos allí el
día de Navidad para interponernos pacíficamente entre el fuego de ambos bandos.
Comenté prudentemente que no me parecía el mejor modo de festejar fechas tan
entrañables y ella me advirtió: “Piensa que la alternativa es pasarlas en
familia”…
José Manuel Vilabella recomienda que “la Navidad hay que padecerla con
resignación cristiana y espíritu deportivo" a sabiendas de que "sin esos días enloquecidos la
familia como institución, como clan, como tribu, habría desaparecido hace
décadas".
¡Felices Fiestas!
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