sábado, 16 de diciembre de 2017

Fuera de lugar


Hay momentos en que uno se siente fuera de sitio. Y esto puede suceder respecto a familia, grupo, estudio o trabajo, ciudad, región, país, mundo… Esa sensación a veces tiene que ver con los demás mientras que en otras circunstancias la cuestión es fundamentalmente con uno mismo. 
Es posible que algo de esto viviera Octavio Paz cuando escribió:
Voy y vuelo, me revuelvo y me revuelco, salgo y entro, me asomo, oigo música, me rasco, medito, me digo, maldigo, cambio de traje, digo adiós al que fui, me demoro en el que seré. Nada me detiene. Tengo prisa, me voy. ¿Adónde? No sé, nada sé -excepto que no estoy en mi sitio.
Desde que abrí los ojos me di cuenta que mi sitio no estaba aquí, donde estoy, sino en donde no estoy ni he estado nunca. En alguna parte hay un lugar vacío y ese vacío se llenará de mí y yo me asentaré en ese hueco que insensiblemente rebosará de mí, pleno de mí hasta volverse fuente o surtidor. Y mi vacío, el vacío de mí que soy ahora, se llenará de sí, pleno de ser hasta los bordes.
Tengo prisa por estar. Corro tras de mí, tras de mi sitio, tras de mi hueco. ¿Quién me ha reservado este sitio? ¿Cómo se llama mi fatalidad? 
Tal vez el poeta está diciendo de otra manera lo que en México el saber popular define con el conocido: “no me hallo”.

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