El templo
de Santa Cruz de Jerusalén tiene un carácter muy propio y es de una belleza
austera muy adecuada en tanto recinto espiritual. Fue construido por los franciscanos
en el siglo XVI y posteriormente reconstruido en varias ocasiones.
Este
domingo al concluir la misa, y antes de la bendición final, el Padre anunció
los ya clásicos avisos parroquiales. Fue entonces que comentó la próxima rifa
de un departamento.
Los
feligreses nos miramos con incredulidad porque se trata de una parroquia que no se caracteriza por contar con muchos recursos económicos. La perplejidad
general fue interrumpida por la mirada pícara del sacerdote quien aclaró que en
realidad se trataba de un departamento pero… para la otra vida, es decir donde
descansar en paz a la espera de la vida eterna. Comentó acerca de la necesidad
de pintar el interior del templo y que para recaudar los recursos que la obra
demanda se realizaría el sorteo de un nicho en ese mismo recinto.
Cabe acotar que la mayoría de los allí congregados ya hemos ingresado, desde hace rato, en la categoría de adultos mayores y seguramente constituimos -en este caso en forma literal- un buen nicho de mercado.
Cabe acotar que la mayoría de los allí congregados ya hemos ingresado, desde hace rato, en la categoría de adultos mayores y seguramente constituimos -en este caso en forma literal- un buen nicho de mercado.
Compré un
boleto y espero ser el ganador.
Eso sí, a
diferencia de otros premios, no tengo la menor intención de estrenarlo pronto
porque haciendo mías las palabras de Milton H. Erickson: “No tengo ninguna
intención de morirme. ¡En realidad, sería la última cosa que haría!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario