martes, 1 de mayo de 2018

Rifa


El templo de Santa Cruz de Jerusalén tiene un carácter muy propio y es de una belleza austera muy adecuada en tanto recinto espiritual. Fue construido por los franciscanos en el siglo XVI y posteriormente reconstruido en varias ocasiones.

Este domingo al concluir la misa, y antes de la bendición final, el Padre anunció los ya clásicos avisos parroquiales. Fue entonces que comentó la próxima rifa de un departamento.

Los feligreses nos miramos con incredulidad porque se trata de una parroquia que no se caracteriza por contar con muchos recursos económicos. La perplejidad general fue interrumpida por la mirada pícara del sacerdote quien aclaró que en realidad se trataba de un departamento pero… para la otra vida, es decir donde descansar en paz a la espera de la vida eterna. Comentó acerca de la necesidad de pintar el interior del templo y que para recaudar los recursos que la obra demanda se realizaría el sorteo de un nicho en ese mismo recinto.

Cabe acotar que la mayoría de los allí congregados ya hemos ingresado, desde hace rato, en la categoría de adultos mayores y seguramente constituimos -en este caso en forma literal- un buen nicho de mercado. 

Compré un boleto y espero ser el ganador.


Eso sí, a diferencia de otros premios, no tengo la menor intención de estrenarlo pronto porque haciendo mías las palabras de Milton H. Erickson: “No tengo ninguna intención de morirme. ¡En realidad, sería la última cosa que haría!”

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