Hay
que andar con mucho cuidado en esto de interpretar obras de arte y es habitual
que una misma propuesta sea objeto de muy diversas consideraciones.
Federico
Vegas narra una de estas situaciones en la que el propio artista es protagonista.
En uno de
los cuadros de Toulouse-Lautrec aparece una mujer con la falda por las rodillas
mientras un hombre la contempla desde la cama. El día que el pintor expuso su
obra dos señoras criticaron el cuadro por inmoral:
—La
amante —decían escandalizadas— se desnuda antes de entrar en el lecho.
Esa
interpretación seguramente era la única posible en opinión de aquellas damas
aficionadas al arte pero -continúa el relato de Vegas- aconteció lo inesperado
El pintor
que pasaba cerca de ellas las escuchó y les explicó:
—La moral
está en el ojo del que mira. No son amantes sino esposos. Ella no se quita la
falda sino que se la pone. No se dirige a la cama sino a preparar el desayuno a
los niños.
Conociendo
la personalidad del pintor, concluye Federico Vegas afirmando que “si las
señoras hubiesen reclamado que el cuadro era burgués y sin tensión, Lautrec
hubiera ofrecido la versión de la apasionada amante”.
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