El comentario se ha vuelto un lugar
común y con pequeñas variantes desde diversas fuentes se recurre al libro del
Génesis para relativizar la sensación de inseguridad pública que se vive en
nuestro tiempo.
El padre Joaquín Antonio Peñalosa se
refería a ello en su libro Humor con agua
bendita (1977).
-Hermanos, predica el sacerdote en la misa dominical, el mundo no anda
tan mal como muchos piensan. Acuérdense que en la época de Abel y Caín había un
cincuenta por ciento de asesinos.
Más recientemente, en términos
similares, Martín Caparrós aludía a ello en una de sus crónicas sobre la ciudad
de Río de Janeiro.
José Siqueira, el Secretario de
Seguridad Pública de Río, acaba de decir que puso 12.000 policías en la calle y
que no hay que exagerar con eso de la inseguridad, que la ciudad es mucho menos
violenta que el Paraíso.
-Nosotros tenemos 6 millones de
habitantes y el año pasado hubo 6.000 homicidios. En el Paraíso había 4
habitantes; cuando Caín mató a Abel, la criminalidad alcanzó al 25 por ciento
de la población.
Finalmente, Carlos Martínez Vázquez dio
un pequeño giro a la cuestión.
El amarillismo es tan viejo como la
humanidad. Todos sabemos acerca del argüende entre Caín y Abel; pero nadie está
interesado en la vida de Set.
Nada
nuevo bajo el sol.
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