No
deja de ser paradójico que Antoni Gaudí, cuya obra le demandó tanta atención en infinidad de detalles, haya tenido un momento de tal distracción que le provocara la
muerte. Y es que como dice José Luis Melero
Hay gente
que se pasa la vida pensando en las musarañas. Pero a veces basta con que lo
hagas una sola vez, en el momento más inoportuno, para que tenga trágicas
consecuencias.
Así le
aconteció al célebre arquitecto catalán.
Es lo que
le pasó a Gaudí el 7 de junio de 1926 cuando iba a cumplir con su visita diaria
a la iglesia de San Felipe de Neri. Iría pensando en las musarañas cuando fue
atropellado por un tranvía en la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las
calles de Girona y Bailén.
Fue un
personaje sumamente peculiar lo que –según la misma fuente- quedó de manifiesto
en la forma en que vestía al momento del accidente.
Su
aspecto descuidado hizo que lo tomaran por un pordiosero y no fuera atendido de
inmediato. Murió tres días más tarde.
Y ya
en el terreno de la suposición agrega José Luis Melero: “si hubiera vestido
como un buen burgués (…) tal vez las cosas hubieran sido de otro modo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario