En muchas circunstancias la
imaginación sustituye la falta de recursos y Alberto Salcedo Ramos da cuenta de
ello por medio de una anécdota narrada por Jaime García Márquez, hermano del
célebre escritor.
-Una noche Gabito me invitó a una cena que tenía con Woody Allen en Nueva
York.
En la velada se habló de cultura popular y de técnicas de narración.
Woody Allen tocó su clarinete, Gabito citó a algunos trovadores del Caribe
colombiano. Terminada la cena, Gabriel le sugirió a su hermano dar un paseo por
el sector. Atravesaron calles arborizadas, vieron luces de neón.
-De pronto Gabito me preguntó qué es cultura para mí. Yo le dije que cultura
es la respuesta que el hombre da a lo que le ofrece su medio. Cultura es la
huella que dejamos en la tierra.
Gabriel estuvo de acuerdo.
En aquella caminata
nocturna –continúa Salcedo Ramos- al pasar por el puente de Brooklyn, se
detuvieron y la conversación entre hermanos tomó otro rumbo.
Gabriel dijo algo elogioso sobre la arquitectura y luego intentó
recordar las películas donde aparecía ese puente. Entonces soltó otra pregunta.
-Tú, que eres ingeniero, Jaime, ¿no crees que este puente es una
maravilla?
Jaime respondió que sí. En todo caso -añadió-, es fácil hacer puentes
cuando se tienen dinero y materiales de construcción. Lo difícil es imaginarlos
donde nunca se han visto. A un fabulador capaz de crear personajes que levitan
entre sus sábanas no debería sorprenderle ninguna hazaña de la ingeniería.
-Ellos han podido labrar su
progreso, Gabito. A nosotros nos tocó inventárnoslo.
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