Las razones por las que, por lo general, no usamos
muchas palabras reside en las limitaciones de nuestro vocabulario. Al no conocer
la mayoría de las expresiones siempre usamos las mismas, en muchos casos
atribuyéndole un sentido que está muy lejos del que en realidad tienen según
las autoridades en la materia.
Algo distinto sucede cuando conociendo los términos
decidimos no utilizarlos porque nos producen una especie de antipatía o alergia
que, en ocasiones, viene de larga data.
Y aquí cada quien tiene su listado de cabecera, veamos
algunos ejemplos. Alberto Salcedo Ramos se confiesa al respecto: “Ajenas son
para mí ‘lontananza’, ‘coadyuvar’, ‘parámetro’ y ‘espurio’. Jamás usaría ‘empero’
en vez de ‘pero’, ni le llamaría ‘parca’ a la ‘muerte’.” No deja de llamar la
atención que existen coincidencias en las aversiones, una muestra de ello es que
Andrés Trapiello sostiene: “No recuerdo haber ‘usado’ nunca la palabra
empero y confío en no hacerlo nunca.
No es para presumir, pero algo es algo.” Mi amigo Nelson Minello coincidía con otra de las palabras declaradas
non gratas por Salcedo Ramos ya que
rechazaba de plano la palabra “coadyuvar”. No la podía ver ni en foto.
Por su parte Luis Chitarroni afirma: “No hay caso, no
hay oración en las que ‘telúricas’ quede bien.” No falta quien convoque a la
solidaridad entre los de su gremio para dar un receso a ciertos términos muy desgastados
por el uso, es lo que sucede a Romeo Tello A. con su breve exhorto
Camaradas editores, redactores de cuartas de forros,
reseñistas, comentadores en general:
Dejemos descansar a los adjetivos “entrañable”,
“irreverente”, “deslumbrante” y “trepidante”. También las palabras necesitan
vacaciones y retiro.
Por su atención, gracias.
Es probable que los escritores
hayan tenido que controlar sus reacciones para no ir, en flagrante
contradicción, contra la libertad de expresión que tanto defienden. De allí la aclaración
de Alberto Salcedo Ramos “Eso
sí: tampoco borraría tales palabras solo porque no me pertenezcan: allá afuera
hay mucha gente a la cual le sirven.” Sin embargo Andrés Trapiello no llega a
tanto al enarbolar el principio de libertad pero con restricciones:
“Hay palabras que sólo las deberían expender con receta.”
Seguramente usted, improbable
lector, también tiene una lista de palabras excluidas de su vocabulario. ¿Las
tiene identificadas?
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