jueves, 27 de agosto de 2020

Al maestro con cariño


Es de toda justicia agradecer la influencia de aquellos que han mejorado nuestra vida, nuestro trabajo, precisamente es lo que hace Federico Fellini al reconocer el papel que tuvo Toulouse Lautrec en su trayectoria.

Siempre he considerado a Toulouse Lautrec como a un amigo y hermano porque previó las actitudes e imágenes del cine antes de que los hermanos Lumière inventaran el cinematógrafo; quizá también porque continuamente se sentía atraído por los desheredados y despreciados, aquellos a los que la gente respetable considera depravados. Es bastante difícil estar seguro de quién te influye a lo largo de tu carrera. Pero sé con certeza que toda mi vida me han emocionado los cuadros, carteles, y litografías de Toulouse Lautrec.

¿Por qué lo tenía en tan alta consideración? Entre otras razones por la dirección hacia donde orientaba su mirada.

Este aristócrata detestaba El Mundo de la belleza; estaba convencido de que las flores más puras y hermosas crecen en tierras baldías y en montones de escombros. Amaba a los hombres y a las mujeres, a la gente endurecida, golpeada, sin afectar por la represión social. (…) Era sencillo y abierto, un hombre magnífico a pesar de su fealdad.

Fellini agrega otra observación: “despreciaba a las damas pintadas porque aborrecía el artificio y la hipocresía más que cualquier otro vicio.” Quizás ello fue lo que se puso de manifiesto en una conocida anécdota que se le atribuye.

Se cuenta que en una ocasión una señora le reprochó a Toulouse-Lautrec una de sus obras en que aparecía una mujer en ropas íntimas. “¿Cómo puede pintar usted a una mujer desvistiéndose?”
La respuesta del pintor no se hizo esperar: “No se está desvistiendo, madame -señaló-. Se está vistiendo.”

Al concluir su emocionada evocación Fellini afirma en forma categórica: “Por eso no ha muerto, continúa viviendo en el corazón de todos nosotros a través de sus cuadros.”

No hay comentarios: