viernes, 14 de agosto de 2020

Cuando los algoritmos no se equivocan


Es impresionante el conocimiento que otros tienen de nosotros. Pero las cosas en este rubro también han cambiado porque antes se trataba de vecinos que se inmiscuían en vidas ajenas mientras que ahora son otros quienes disponen de santo y seña de nosotros. Adrián Paenza nos permite conocer un caso impactante.

Target, es el nombre de una de las cadenas de supermercados más grandes de Estados Unidos… y del mundo. Al día de hoy, tiene 1803 (mil ochocientos tres) sucursales. Su base está en Minneapolis pero también opera en la India. En algún sentido, es la gran competidora de Wal-Mart.
Una tarde cualquiera, un hombre que vivía en las afueras de Minneapolis entró a la sucursal de Target que tenía más cerca visiblemente enfurecido. En la mano derecha, sostenía varios papeles que parecían recién impresos y pidió… o mejor dicho... demandó hablar con el gerente del local.
Pocos minutos después, ya en una oficina, desparramó los papeles que había traído: eran cupones con descuentos que Target le había enviado a la cuenta de correo electrónico de la hija: “¿Están locos ustedes? ¡Mi hija tiene 14 años! ¡Recién empezó el colegio secundario y ustedes le envían cupones con descuentos para ropa de bebé, pañales y cunitas! ¿Qué es lo que quieren: estimularla para que quede embarazada?”

Los representantes de la empresa, por aquello de la buena atención al cliente, hicieron lo posible para escuchar y dar respuesta a la justa demanda del padre enojado.

El gerente le pidió los cupones, los revisó y consultó con el departamento que Target tiene destinado a promociones. Quería asegurarse que ese correo hubiera sido enviado por la empresa. Y sí. Después de esperar unos minutos, la voz del otro lado del teléfono le confirmó lo que le había dicho el señor que tenía adelante.
El gerente pidió disculpas de todas las formas imaginables (…)

Cuando todo parecía indicar -continúa Paenza- que aquello terminaba ahí, ocurrió que no: la empresa decidió ampliar su disculpa con el cliente.

Estimulado por un superior, quien entendía la promoción negativa que podía tener Target si el episodio tomaba estado público, llamaron a la casa del padre de la joven con la idea de reiterar y enfatizar las disculpas. De paso, el llamado serviría también para garantizar que la empresa tomaría el ejemplo para no incurrir en futuros errores.

Pero aquí viene lo sorprendente del caso que va a tomar un giro inesperado.

El padre escuchó unos instantes y con un tono de voz sombrío dijo: “Vea. Tuve una conversación con mi hija y después de una larga charla es evidente que en mi casa se produjeron algunas actividades de las que yo no tenía idea. El bebé debería nacer en agosto. El que tiene que pedirles disculpas soy yo”.

¿Cómo fue que Analytics, sector encargado de conocer el perfil de los clientes, pudo saber lo que acontecía con la adolescente antes que su padre? Adrián Paenza lo explica al tiempo que aclara que Analytics es el área que “(…) se dedica a analizar estadísticas y patrones de compra. O descubrirlos. Pero también se trata de predecir y de allí el valor del análisis”.

(…) En todo caso, lo que sí importa es que Target –que es solamente un ejemplo– supo antes que los padres que la niña estaba embarazada. La compañía, a través de su sector de “Analytics”, le asigna a cada mujer un “índice de potencial embarazo o de preñez”, y lo hace recopilando la información sobre cuáles son sus patrones de compra.
De acuerdo con lo que se hizo público, la empresa pudo detectar que una gran mayoría de las mujeres que incrementan fuertemente la cantidad de loción sin perfume que compran, terminaba teniendo un bebé seis meses después.
Más aún. Esas mismas mujeres aumentan -habitualmente– la ingesta de suplementos medicinales que contuvieran magnesio, zinc y calcio, y esos son datos que a Target le sirven para aumentar fuertemente la probabilidad de embarazo. A partir de ese momento, como las consideran muy buenas candidatas a tener un bebé en un futuro cercano y con la idea de capturarlas como clientes, comienzan a enviarles cupones con descuentos sobre determinados productos relacionados con una futura mamá.

Al concluir sostiene Paenza: “Creo que no hace falta que siga con el ejemplo. Lo extraordinario (o increíble) es que el algoritmo ¡no había fallado! Target supo antes que los padres de la niña lo que estaba sucediendo con ella.”

Ante este estado de cosas Marta Peirano, citada por Xavi Ayén, afirma que “los algoritmos reconocen patrones en tu propia vida que ni tú mismo sabías”.

De tal modo que para cumplir con el clásico “conócete a ti mismo” tal vez en breve tengamos que recurrir a algún buen departamento de estudios de mercado para que nos aclare el punto.                                        

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