lunes, 17 de agosto de 2020

La sensibilidad del ejército de ocupación


Las obras clásicas vencen al tiempo y la distancia tal como comenta Jerome Bruner sucede en el caso concreto de Antígona. “A dos milenios de distancia todavía estamos fascinados por Antígona y la actualizamos continuamente.” Si no fuera Bruner quien cuenta la historia, dudaríamos de su veracidad.

Jean Anouilh dio una versión de ella que subió a escena en París durante el último año de la ocupación alemana, con un Creón que era la caricatura de un dictador moderno y una Antígona que era un transparente disfraz de Mariana/Juana de Arco. Tan irresistible, tan antiguo es el dilema de Antígona que los ocupantes nazis no osaron prohibirla por temor al ridículo. Toda París rebasó el teatro; no se encontraban ni siquiera entradas de pie. Una nota personal: los maquis con los que estábamos en contacto en París nos enviaron irónicos mensajes clandestinos a Londres respecto de los oficiales alemanes que lloraban en la sala.

¡Vaya sensibilidad!

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