martes, 19 de marzo de 2024

Bibliotecas que no aceptan libros

 

Nada fácil resulta darle cauce a la buena intención de donar libros cuando uno entiende que ha llegado la hora de hacerlo. Por lo general este momento va acompañado de una buena dosis de melancolía, tristeza o dolor. Algo de consuelo se encuentra cuando los libros se mudan a un lugar donde serán útiles a personas lectoras.

Pero las dificultades no son solo emocionales, sino también prácticas; tal como lo atestigua Juan José Millás. “Decido desprenderme de un montón de libros que ya no sé dónde meter porque mi casa, como mi cabeza, tiene sus limitaciones. Llamo a la biblioteca de mi barrio para ofrecérselos gratuitamente, como una donación, pero no los aceptan.”

Y la misma situación se repite en nuevos intentos. “Llamo a otras bibliotecas públicas y tropiezo con idéntica negativa pese a que les estoy ofreciendo autores de primera calidad.”

Ello le parece absurdo por lo que propone algunos símiles. “Me digo que es como si en el banco no te aceptaran el dinero. Sería absurdo. O como si fueras al Museo del Prado con un Goya y te dijeran que gracias, pero que les crea muchas complicaciones, pues hay que ficharlo, catalogarlo, colgarlo y cuidar de él.”

Así las cosas, Millás llega a una dura conclusión. “Entiendo que las bibliotecas son las únicas instituciones que reniegan de lo que hacen. Tienen los libros por obligación, porque no les queda más remedio, porque lo que les gustaría de verdad sería convertirse en bancos.”

Llega a imaginar lo que sucedería en una situación diferente. “De hecho, estoy seguro de que si en lugar de las obras completas de Shakespeare encuadernadas en piel les ofrecieran un millón de euros envuelto en papel de periódico, lo aceptarían con una sonrisa de oreja a oreja.”

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