viernes, 26 de noviembre de 2010

Versión adaptada del Día de Acción de Gracias

Como es sabido muchos son los mexicanos que emigraron y se avecindaron en Estados Unidos.  De acuerdo con Sara Sefchovich
En el año 2000 se calculaba que había unos 8 millones de mexicanos viviendo en el país vecino que componían 28% de toda la población extranjera y para el 2006 la cifra, según el portal WorldNetDaily fue de entre 11 y 20 millones, (de los cuales "6.5 son indocumentados"), lo cual representa en conjunto 3% del total de la población del país vecino y casi 10% de la de México (cifra que según Francis Mestries es de casi 18% de la fuerza de trabajo mexicana de 15 a 29 años). Hay sitios en los que la población mexicana constituye más de 60% de la total y José es el nombre que reciben más recién nacidos. Tal vez por eso el cónsul mexicano en Phoenix dice que "Estados Unidos está embarazado de mexicanos".
La migración sigue fluyendo y en estos tiempos el tema ha cobrado mucha importancia en ese país. Existen grupos organizados que presionan al gobierno para que adopte medidas restrictivas en relación a los inmigrantes. “El senador Charles Borden –afirma Sefchovich- ha calificado a este fenómeno de ‘un éxodo de proporciones bíblicas’ en el cual ‘los mexicanos son un ejército invasor’ y un congresista por Arizona se la pasa exigiendo detener lo que llama ‘la reconquista’.” 

Collage digital: Margarita Nava

Quienes así opinan están muy lejos de dar gracias por la llegada de sus vecinos del sur.

Ahora bien, muchos mexicanos que viven del otro lado de la frontera mantienen sus raíces y  continúan celebrando fiestas como la del Grito de Independencia, el 5 de mayo, Día de Muertos, etc. Tenía razón sor Juana Inés de la Cruz cuando afirmaba: “trájeme a mí conmigo”: los migrantes llevan consigo mucha de sus costumbres y tradiciones. Así sucede por ejemplo con los mixtecos, que –comos sostiene Juan Villoro- “[...] atienden McDonald’s desde Oaxaca hasta Los Ángeles y al final de la jornada transforman los estacionamientos para clientes en canchas de pelota mixteca”.

Pero contrariamente a lo que pudiera suponerse, lo anterior no implica que los migrantes le hagan el feo a las celebraciones propias del país de arribo. Una de las fiestas más propias y peculiares en los Estados Unidos es la del Día de Acción de Gracias. Homero Alsina Thevenet alude a sus orígenes.

Los peregrinos que viajaron en el velero Mayflower eran personas muy agradecidas. Sin prever que llegarían a fundamentar la existencia de los próximos Estados Unidos de América, atravesaron el Océano Atlántico en el siglo XVII, como inmigrantes absolutos a lo que se conocía desde lejos como el Nuevo Mundo. Eran un centenar de puritanos empeñados en una religión de acento personal y en consecuencia se consideraban separatistas (de la Iglesia de Inglaterra), ansiosos de obtener una libertad religiosa. Tras una experiencia en Holanda decidieron acogerse a la oportunidad de colonizar nuevos territorios que se les ofrecían en Virginia. Pero tras muchas peripecias y 66 días de viaje, el Mayflower llegó más al norte, a sitios luego conocidos como Cape Cod y Plymouth, en la costa de Massachusetts. Desde su desembarco en noviembre de 1620, y a lo largo de un año, ese centenar de personas luchó con la naturaleza, las enfermedades, los indios y las muchas muertes en sus filas, todo lo cual debió ser especialmente grave porque lo primero que se echaron encima fue un crudo invierno. Un año después, sin embargo, las cosechas habían sido fructíferas y los peregrinos llegaron a un trato bastante cordial con los indios locales.
Fue así como en noviembre de 1621 los peregrinos invitaron a cenar al jefe Massasoit y a otros 91 indios de la tribu Wampanoag, en un acto dedicado a agradecer a Dios las bondades recibidas, a pesar de las dificultades que atravesaron. Esa cena incluyó venado a las brasas, pavos rellenos con pan de maíz, ostras cocidas en sus conchas, maíz dulce en mazorcas y calabaza regada con jarabe de maple. Cuando terminó la cena, el jefe indio Quadequina (hermano de Massasoit) se alejó hacia los bosques y volvió ante sus anfitriones con un manjar nuevo. Les trajo maíz saltado al fuego, entretenimiento poco alimenticio que después circuló en Estados Unidos con el nombre de popcorn y en América Latina y España con una variedad de denominaciones: palomitas, rositas, rosetas, palomillas, pochoclo, pororó y otras. El popcorn alcanzó tres siglos después su fama propia como invasor de salas cinematográficas y responsable de ruidos molestos en esos ámbitos.
Por caminos más espirituales, el banquete de 1621 fue piedra fundamental de una ceremonia que se convertiría en tradición. En 1623 William Bradford, uno de los líderes de los peregrinos, que sería gobernador de la colonia durante tres décadas, exhortó a una reunión anual de agradecimiento, cuyo proemio rezaba, según fuentes eruditas, así:
“Como quiera que el Gran Padre nos ha dado este año una abundante cosecha... y ha llenado nuestros bosques de caza y nuestros mares de peces y almejas, y como quiera que nos ha protegido de los ataques de los salvajes, nos ha eximido de las enfermedades, nos ha concedido la libertad de rezar a Dios según los dictados de nuestra conciencia...”.
A partir de entonces, el Día de Acción de Gracias (o Thanksgiving Day) fue la ocasión anual de que las familias norteamericanas se reunieran en banquetes, con un menú tradicionalmente integrado por pavo relleno y pastel de calabaza.

Los mexicanos que viven del otro lado hacen suya esta celebración aunque eso sí, de acuerdo a lo señalado por una nota de prensa en noviembre de 2007, se permiten hacer algunas ligeras adaptaciones.
El Paso, Texas (EFE).- La comunidad inmigrante ha adoptado plenamente en sus hogares la celebración del Día de Acción de Gracias, pero acompañando al clásico pavo con los sabrosos tamales.
“En casa comemos pavo, pero tenemos tamales para aquellos a los que no les gusta el pavo”, explicó Norma Almazán, una maestra que reside en El Paso desde hace cuatro años y que representa la tendencia entre los inmigrantes a la hora de adoptar las tradicionales culinarias hispanas.
“Hemos adoptado la tradición del Día de Gracias que no se celebra en México, pero la festejamos con las cosas que nos son familiares como los platillos mexicanos que no son únicamente tamales, sino también enchiladas”, agregó.
Otra variante en la celebración es que la comunidad recién llegada no sólo de México, sino también de otros países latinoamericanos celebra el día no tanto para conmemorar la llegada de los peregrinos ingleses, como un acto de bendición por el año transcurrido.
“Este año vamos a festejar el Día de Gracias por nuestra amiga Malena que estuvo muy enferma y ahora está ya fuera de peligro”, afirmó Elizabeth Castañeda, residente en El Paso. [...]
“La comunidad de El Paso combina el pavo con los platillos mexicanos”, dice Dolores González, nacida en Ciudad Juárez, Chihuahua, y quien asegura que las tradiciones procedentes del sur son difíciles de olvidar.” [...]
“El pavo, por ejemplo, yo lo como con chile”, dice Josefina Medrano, mexicana y residente en Tucson, quien se encuentra de visita en la ciudad de El Paso.

A nosotros nos llegan sus influencias como la del día de Halloween pero el pavo y las enchiladas conviven en su Día de Acción de Gracias. En algún sentido, el partido está empatado.

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