Afirma la noticia del periódico: investigadores italianos han anunciado que tienen previsto desenterrar un cadáver con el propósito de identificar los restos de una mujer del Renacimiento que se cree puede ser la modelo que inspiró a Leonardo da Vinci para pintar la «Mona Lisa». El jefe del proyecto, Silvano Vinceti, ha declarado que las excavaciones en el Convento de Santa Úrsula, en el centro de Florencia, están programadas para finales de abril de este turbulento año 2011.
Así, con buena dosis de soberbia científica se pretende dejar atrás la amplia trama de complicidades y reservas que hicieron posible que la obra de Leonardo conservara hasta el presente sus secretos, lo que le ha permitido a la Gioconda o Mona Lisa mantener a través del tiempo esa enigmática mirada en la que se advierte una tan discreta como provocadora sonrisa.
Siguiendo la información que proporciona Noel Clarasó, el cuadro mide 77 por 53 centímetros y está pintado sobre una tabla de madera de chopo. Hay consenso en cuanto a que la obra llevó su tiempo; según Stefan Zweig “Leonardo (dedicó a) su Monna Lisa, dos o tres años, una sola hora o dos por día, y algunos días ninguna, porque deseaba reflexionar primero sobre cada detalle, cada matiz”.
La cuestión más debatida en torno a la obra tiene que ver con el modelo lo que ha dado lugar a que se hayan expresado múltiples suposiciones respecto a la identidad del personaje retratado:
- Filiberta de Saboya, viuda de Giuliano de Médicis, hijo de Lorenzo el Magnífico. Una bella mujer que murió a los 26 años.
- Constanza d'Avalos, dama de origen español, viuda de Federico del Valso.
- Isabel de Este, marquesa de Mantua.
- La madre de Leonardo.
- Una amante de Giuliano de Médicis, mujer muy alegre a quien por su alegría llamaban la Gioconda. Y si esto es cierto aquella Gioconda nada tiene que ver con Mona Lisa. Al respecto afirma Clarasó que
Hay otra razón a favor de esta tesis. Existe un dibujo de la Gioconda desnuda. Está en el museo de ChantilIy. Y si la mujer del dibujo es la misma que la del cuadro (se parecen mucho en el rostro y en la postura) no pudo ser Monna Lisa, dama noble bien casada, y la balanza se inclina a favor de la alegre amante de Giuliano.
- Por si no bastara con lo anterior, hay quien asegura que no se trata de una mujer sino que pudiera tratarse del retrato de un amigo de Leonardo o incluso del propio artista trasvestido.
Entre tantas opciones posibles Noel Clarasó se define por la clásica propuesta de Vasari.
La mujer que ha pasado a la anécdota con el nombre de La Gioconda se llamaba Lisa Gherardini y estaba casada con un rico propietario florentino, de apellido Giocondo. Leonardo da Vinci le hizo el retrato más o menos entre 1502 y 1505. Dos años más tarde, en 1507, la señora Monna Lisa moría, en plena juventud, de unas fiebres malignas. Leonardo la estuvo pintando durante dos años. Y, después, se negó a entregar el cuadro con la excusa de que no estaba terminado. No se separó de su obra en muchos años y, al fin, la vendió al rey de Francia Francisco I por cuatro mil escudos de oro. (…)
Es curioso que el cuadro de Leonardo da Vinci, conocido en todo el mundo por la Gioconda, no empezó a llamarse así sino, por lo menos, hasta cien años después de la muerte del pintor. Al principio se llamó La dama del velo de gasa, hasta que un investigador italiano averiguó, rebuscando en archivos, que aquella mujer del velo era Monna Lisa Gherardini, esposa del patricio Francesco di Bartolomeo di Zanobi del Giocondo. Cuando se casaron, ella tenía dieciséis años y él más de cuarenta, y había estado casado otras dos veces.
Se sabe que el matrimonio Giocondo tuvo una niña y que la niña murió poco tiempo después de nacida. Se supone que el señor Giocondo, para consuelo de su entristecida joven esposa, contrató al mejor pintor de aquellos tiempos para que le hiciera un retrato; un pintor que entonces tenía 50 años, llamado Leonardo da Vinci.
Los autores difieren en las referencias históricas que disponen, tal como se pone de manifiesto en lo que sostiene Omar López Mato.
Primero, como siempre, un poco de historia. Leonardo para el tiempo en que le fue encomendado pintar el retrato de la Sra. de Giocondo, no atravesaba una época muy feliz. Se había quedado sin trabajo ya que Cesare Borgia había prescindido de sus servicios como ingeniero militar. Si bien tenía una bien ganada fama de pintor, también la tenía por el atraso en sus entregas. Además prefirió priorizar sus estudios como científico y matemático a su arte. Sin embargo, enseguida aceptó hacer el retrato de esta dama, cuando poco tiempo antes había rechazado un encargo de la poderosísima Signora d’Este. ¿Quién era el Sr. Giocondo para tener tanta ascendencia sobre Leonardo? Pues Giocondo era amigo del padre de Leonardo, Ser Piero Da Vinci, un rico comerciante de aldea, con quienes miembros de los Vinci tenían trato desde hacía años.
Resultó que Don Giocondo andaba por su tercer matrimonio. No era por veleidades de Gigoló. Por esos años las mujeres morían de parto y Don Giocondo había perdido dos esposas en este trámite reproductivo. En 1495 se casó con Lisa Gherardini, por entonces de 16 años, hija de un conocido del Sr. Giocondo y con ella persistió en la peligrosa tarea de traer un hijo al mundo. Poco después nacía Piero Giocondo. Al tiempo los Giocondo perdían una niña. Embargados por la fe que nos empecina en reproducirnos, el matrimonio acometió la tarea de encarar nueva descendencia, y el intento fue con éxito. 1503 nacía Andrea Giocondo -un varón. (...)
Para festejar la bendición de conservar esposa y acrecentar la familia, Don Giocondo le pidió al hijo de su amigo que inmortalizara los rasgos de su mujer, meta que indiscutiblemente cumplió el pintor con creces.
Sin embargo, y tal como era costumbre en Leonardo, la obra no fue terminada sino hasta varios años después y creo que la Gioconda (muerta en 1551) jamás la vio finalizada. Desconozco dos temas importantes relacionados con este cuadro: ¿Por qué a Lisa Gherardini de Giocondo le decían "Mona"? Suponemos que era un cariñoso apelativo familiar, y ¿cuánto pagó o adelantó el esposo por el trabajo jamás entregado? Leonardo, como imaginarán, no era un pintor barato. Al final, el cuadro lo compró Francisco I de Francia por 12.000 ducados. Sin duda, una buena cifra. Igualmente cualquiera fuera la cifra, buen negocio hizo. Aunque no haya podido colocar el cuadro en el living de su casa, poco pagó por ingresar a la inmortalidad.
Pero los misterios del cuadro no terminan en la identidad del modelo, por lo que diversos estudios han seguido la pista de la mirada tan singular del personaje retratado. Tal es el caso del citado Omar López Mato que, sin poder dejar de lado los intereses propios de su profesión de cirujano oftalmólogo, analiza a fondo esta cuestión.
Lo cierto es que todos hablan de su sonrisa y pocos de sus ojos, Lo llamativo de la sonrisa es que aparece y desaparece dándole ese aire misterioso. ¿Cómo logra Leonardo esto? Por un lado, gracias a su habilidad técnica. Por otro, por el conocimiento intuitivo de psiconeurología. Vamos por partes: técnicamente Leonardo usa el sfumato, una pincelada que esfuma, desvanece los bordes.
Desde el punto de vista psicofísico, Leonardo aprovechó intuitivamente un factor perceptual. Todos tenemos una visión central -macular- que nos permite discriminar los detalles; y otra periférica -menos sensible pero más amplia, que nos da el campo o área de visión.
Si miramos a los ojos de la Mona Lisa, la sonrisa se acentúa. Si miramos a los labios, la sonrisa se atenúa. Así el cuadro toma distintas características a medida que recorremos la pintura. Cualquier caricaturista sabe que para transmitir el estado de ánimo del retratado, hay que detallar la comisura de los labios y el ángulo externo de los ojos. Haciendo uso de este recurso, Leonardo logró imprimir vida a las facciones de esta señora.
Como decíamos al inicio (...) pocos hablan de los ojos de la Sra. de Giocondo. ¿Quién puede decir de qué color eran éstos? ¿Por qué esos párpados hinchados? y ¿qué es eso que aparece sobre el ángulo interno, vecino a sus cejas ausentes? Porque la Mona Lisa no tenía cejas, como se habrán percatado. Obedecía esta costumbre a la moda de las señoras florentinas (una enfermedad que causa la caída de la cola de las cejas es la sífilis, pero ese mal francés apenas se había comenzado a diseminar por Europa y no es justo achacarles a Don y Doña Giocondo semejante inconducta).
El aspecto hinchado de sus párpados se puede atribuir a una blerafaritis -inflamación crónica que trae aparejada una pérdida de pestañas y la aparición de orzuelos y su pariente patológico: el chalazión-. Mire la foto aumentada de la Sra. del Sr. Giacondo, vea ese bultito sobre el párpado superior izquierdo. Bueno, eso es un chalazión, secundario a su blefaritis.
Esto se lo escuché comentar a un distinguido colega francés el Dr. Lanthony, especialista en visión de los colores. (Ya que estamos hablando de colores: los pigmentos del cuadro viraron con el tiempo y ahora a la Gioconda se la ve menos espléndida que en su época de mayor esplendor.)
Nos quedan las manchitas en el ángulo interno, de las que nadie ha hablado a la fecha -según mi humilde entender-. ¿Qué pintó Leonardo? ¿Granitos? Si bien la Sra. era una jovencita (unos 23 años) no lo era tanto para el acné y menos en ese lugar. ¿Un forúnculo? No era como para poner eso en un retrato pago. Los artistas tendían a idealizar al retratado, no a mostrar sus pequeñas miserias, salvo que mantuviesen una actitud hostil ante el cliente,
Mi opinión -personal- es que lo que pinto allí Leonardo era un xantelasma. ¿Qué es esto? Un acúmulo subcutáneo de colesterol. que suele darse en trastornos de metabolismo de las grasas, generalmente hereditario.
No debemos olvidar los conocimientos médicos de Leonardo. A lo largo de su vida disecó 36 cadáveres, ninguno de mujer. Años después fue muy amigo de Marco de la Torre, célebre médico italiano.
Curioso destino el de la Sra. del Sr. Giocondo. Dama florentina, burguesa, adinerada, esposa de un vendedor de paños, que ni en su sueño más fantástico, liberado de toda atadura lógica, pensó que esos momentos durante los que posó, distraída por bufones y juglares, la convertirían en la dama más célebre de la historia del arte, a pesar de su blefaritis y su colesterol indómito. (...)
Ah, me olvidaba: las ojos de la Sra. Giocondo son castaños.
Por otra parte, no se crea que todo ha sido tranquilidad en el resguardo de la obra ya que en vísperas de la Primera Guerra Mundial (conocida por sus contemporáneos como la Gran Guerra) fue robado, permanecindo algún tiempo extraviado. Nieves Concostrina ofrece detalles al respecto.
En 1911 lo birlaron, pero dos años después, el 12 de diciembre de 1913, la Mona Lisa fue recuperada en Florencia con sonrisa puesta.
El autor del robo fue el italiano Vincenzo Peruggia, un carpintero del Louvre que salió tan pancho del museo con la tabla debajo de su bata de trabajo. Lo hizo por patriotismo. Si don Leonardo era italiano, si la dama era italiana y si el cuadro se pintó en Italia, ¿qué diablos hacía La Gioconda en París?
Peruggia fue el autor material del robo, pero el cabeza pensante fue un argentino que enredó al italiano diciéndole que el único interés del escamoteo estaba en devolver La Gioconda a su país de origen. El carpintero picó, pero el objetivo del argentino era otro. Porque, previo al robo, había encargado a un virtuoso de la falsificación seis Giocondas, de tal manera que cuando el italiano consumó el robo, el argentino vendió las seis copias a distintos magnates haciéndoles creer que compraban la auténtica, la robada. La jugada fue redonda, porque el argentino se embolsó 60 millones de dólares y los que habían comprado las seis falsas Giocondas no pudieron denunciarle. (...)
La Gioconda disfruta hoy de una sala enorme y exclusiva, iluminación especial, vitrina con climatización propia y un cristal antibalas, casi antimisiles. Si Mona Lisa aún sonríe, ya es bastante.
Pocas obras de arte -si es que alguna- han concitado tanta atención por parte de los estudiosos, siendo objeto de múltiples análisis interdisciplinarios tal como lo señala Concostrina.
El cuadro lo han estudiado psiquiatras, neurobiólogos, oftalmólogos, otorrinolaringólogos, cirujanos plásticos y odontólogos... y cada uno saca sus propias conclusiones. Los odontólogos dicen que la Gioconda parece que sonríe porque la modelo padecía bruxismo, esa patología que te hace apretar los dientes involuntariamente; los oftalmólogos dicen que no sonríe, que sólo es una ilusión óptica de la visión periférica cuando el espectador mira a cualquier parte del cuadro menos a la boca; los ginecólogos apuestan a que sí sonríe, pero porque estaba embarazada...
Entre tantos estudios no podía faltar la interpretación hermética que pretende develar los mensajes ocultos presentes en la obra. De ello da cuenta una reciente nota de prensa.
Después de años de teorías de todo tipo sobre la obra –la más visitada del Louvre de París-, Silvano Vinceti, presidente del Comité Nacional para la Valorización de los Bienes Históricos y Culturales de Italia, afirmó que ha descubierto unas letras del alfabeto en los ojos de la Mona Lisa. Y que estas permitirán datar el cuadro, identificar a la modelo que posó y establecer el interés de Leonardo por la religión y el misticismo.
“En el ojo derecho aparecen las iniciales LV, que significarían Leonardo da Vinci. En el ojo izquierdo, en cambio, pueden verse unos símbolos aún no perfectamente identificados, que podrían ser una letra S o alguna otra. Y sabemos que Leonardo utilizaba a menudo símbolos para comunicar algo, por lo que podemos estar seguros de que estos mensajes identificados en los ojos de La Gioconda son de él”, dijo el experto, que hace poco también se jactó de haber descubierto misterios de los restos del célebre pintor Caravaggio.
Para Vincenti, la clave del célebre cuadro de Leonardo no sólo está en los ojos de la Mona Lisa, sino también en un puente que puede verse en el fondo de la pintura, donde aparece el número 72 (aunque de eso tampoco está demasiado seguro, ya que dice que también podría ser una L y un 2). Vinceti cree que el 72 aparece en la cábala, una corriente mística judía, y en el cristianismo: el “7” está lleno de asociaciones simbólicas tanto en el judaísmo como el cristianismo; por ejemplo, a la creación del mundo, y el 2 puede ser una alusión a la dualidad masculino-femenino. (…)
Los símbolos descubiertos serían totalmente invisibles si no fuera por una lupa de gran potencia, y fueron hallados gracias al descubrimiento de un libro muy antiguo que hablaba de ellos.
“Leonardo le atribuía un valor muy particular a La Gioconda, porque es un cuadro que el artista tuvo junto a él por mucho tiempo y que tenía un gran significado filosófico, y con el cual quería dejar un testamento que fuera más allá de la pintura”, dijo Vinceti.
A pesar de que Alessandro Vezzosi, director del museo dedicado a Leonardo en su pueblo natal de Vinci, se mostró escéptico sobre la nueva teoría, Vinceti está convencido.
“Quizás estemos frente a un verdadero código Da Vinci: el gran genio del Renacimiento italiano podría haberle dado a La Gioconda su último pensamiento filosófico, esotérico, religioso, teológico y profético”, dijo entusiasmado.
No han faltado situaciones chuscas en relación a esta obra maestra de Leonardo da Vinci. Una de ellas es referida por Noel Clarasó y tiene como uno de sus protagonistas nada menos que al famoso pintor Degas quien al estar trabajando con una modelo a la que pintaba desnuda, le dijo:
-Tienes tu parte posterior igual que la de la Gioconda.
-¿Quién es la Gioconda?
-Una de las más bellas modelos que han existido jamás.
La modelo se sintió orgullosa de su parecido y un día, con otro pintor, presumió así:
-Dice el señor Degas que mi c... es tan bonito como el de la Gioconda.
El pintor siguió la broma:
-Cuando el señor Degas lo dice...
La modelo repitió aquello otras veces y aunque al fin alguien la enteró de la verdad, ya todo el mundo la conocía, en el ambiente de los pintores, por «la Gioconda».
Por último es importante señalar que -tal como lo manifiesta Elisabetta Piqué en una crónica en la que una vez más se presentan discrepancias en las fechas- los investigadores italianos a los que aludimos al comienzo hacen suya la hipótesis de que el cuadro es el retrato de Lisa Gherardini lo que los motiva a ir tras sus restos.
Tal como escribió en el siglo XVI Giorgio Vasari en su biografía de grandes artistas, se trata de Lisa Gherardini, alias Monna Lisa: una dama de Florencia que era la esposa de Francesco Del Giocondo, un próspero comerciante de sedas que era muy amigo del padre de Leonardo, el escribano sor Piero.
Al morir su esposo, en 1538, la Monna Lisa se retiró en el convento de Sant'Orsola, que quedaba muy cerca de su casa. Allí murió el 15 de julio de 1542, tal como confirma un documento custodiado desde hace siglos en un archivo de Florencia. Será justamente debajo de los muros del ex convento de Sant'Orsola de Florencia donde se concentrarán los trabajos para hallar su sepulcro.
Sin embargo -de acuerdo con Piqué- hay quienes afirman que es muy posible que una vez emprendida la tarea se presenten dificultades de consideración.
Pero hay una hipótesis que inquieta a los investigadores: los restos de la Gioconda podrían haber terminado en un basural florentino en los años '80, durante las obras de reestructruación del ex convento, cuando se construyó un estacionamiento subterráneo justo donde se levantaba el claustro, según reveló el año pasado un diario británico. Se trata de una hipótesis avalada por algunos técnicos florentinos: "lo único que queda del convento de Sant'Orsola son las paredes externas y algunos arcos", dijo uno de ellos. El convento de Sant'Orsola fue un sitio religioso hasta 1810, cuando fue transformado en una fábrica de tabaco; después, a principios del siglo pasado, funcionó como hospedaje de refugiados durante la I y II Guerra Mundial, luego como aula universitaria, hasta que quedó abandonado.
Para el equipo que llevará a cabo las excavaciones, concluye Elisabetta Piqué, dichos obstáculos son solamente conjeturas que no tienen asidero en la realidad.
(...) sin embargo, el historiador Silvano Vinceti desmintió tajantemente la versión británica del basural.
"Se trata de una leyenda metropolitana para negar de inmediato: las obras jamás rozaron el área que debemos excavar ahora", afirmó Vinceti.
Un georradar que estuvo analizando la zona en cuestión, en cambio, ya habría identificado una cripta debajo de una de las dos iglesias del ex convento de Sant'Orsola, también detalló Vinceti.
De hallarse los restos de la Monna Lisa, serían sometidos a diversos análisis, incluso el del carbono 14 y el del adn, para confirmar datación e identidad.
El adn sería comparado luego con el de los restos de los dos hijos de Lisa Gherardini, Bartolomeo y Piero del Giocondo, que están sepultados en la iglesia de la Santissima Annunziata, también en Florencia.
"Sólo después podríamos remontarnos a la fisonomía de Lisa Gherardini y, quizás, aventurarnos en comparaciones con la pintura", indicó el antropólogo Francesco Mallegni, que rechazó en nombre de todo el equipo de investigación cualquier "gusto necrófilo" en este tipo de investigación.
"La ciencia es ciencia, también lo es estudiar a los muertos, y en este caso se da la fascinación de un caso relacionado con el arte", concluyó Mallegni.
Ya veremos los resultados de estas investigaciones. Sin embargo, es posible que muchos de los enigmas del famoso cuadro de Leonardo continúen gozando de buena salud por lo que la Mona (o Monna) Lisa podrá conservar su sonrisa displicente, lo que constituye una muy buena noticia.
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