viernes, 6 de mayo de 2011

Justicia y Libertad, un horizonte complicado


Ilustración: Margarita Nava
Como forma de rebelarse ante la normatividad que procede del poder, desde siempre han existido propuestas que intentaron acercarse a "un ideal de justicia y libertad. Sin embargo, ya desde tiempos de Aristófanes, se podía percibir que la cuestión no resulta nada sencilla.
Las utopías sexuales siempre han perseguido el imaginario de las sociedades. Desde el origen, los hombres y las mujeres han soñado con una ciudad ideal donde nada contraríe sus deseos, donde prevalezcan el placer del cuerpo y su inocencia, Aristófanes, en La asamblea de las mujeres, trata de imaginar una comunidad de esta especie, gobernada -toda una señal- por las mujeres, Praxágora, la heroína, que arrastra a las atenienses a tomarse el poder, invoca un decreto que instauraba una comunidad de bienes y de sexos. Ya no habrá ni pobres ni ricos, y las mujeres se acostarán como quieran con todos los hombres. Pero Aristófanes está muy atento a la idea de justicia y comprende que tal asamblea conllevaría posiblemente una injusticia más grave: la que castigaría irremediablemente a los feos y a las feas, que quedarían descalificados ante la crudeza de los deseos libres, mientras los bellos y los fuertes se beneficiarían exclusivamente de una nueva libertad.(...)

La cabecilla de La asamblea de las mujeres, por afán de justicia entonces, hace adoptar una ley complementaria, que establece expresamente, en beneficio de los desgraciados y los torpes en el amor, lo que hoy llamaríamos una "discriminación positiva". Las mujeres podrán entregarse libremente a los bellos y a los grandes, pero sólo después de haber concedido sus favores a los pequeños y feos. Del mismo modo, los hombres deberán servir sexualmente primero a las viejas y feas. Admirable intuición griega que deja al aire nuestra torpeza contemporánea. (...) Aristófanes recuerda que en materia amorosa, como en otras cosas, una libertad demasiado ilimitada aumenta la iniquidad al desinhibir el egoísmo de los mejor dotados. (J.C. Guillebaud, La tiranía del placer)
Es importante subrayar que ética y justicia se encuentran estrechamente vinculadas. Una sociedad con mayor presencia de sus principios éticos se convierte en una sociedad más justa, a la que José Antonio Marina caracteriza como aquella "que más limita el poder de la casualidad y del destino, el haber nacido pobre o rico, sano o enfermo, en una clase pudiente o pobre".

Texto tomado del Libro " El mundo actual y sus desafíos" de Gerardo Mendive

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