viernes, 20 de mayo de 2011

Los conflictos del pasado

Ilustración: Margarita Nava

Deberíamos evitar que las experiencias amargas del pasado se hayan fosilizado en nuestra vida hipotecando de esa manera el porvenir; en ocasiones seguimos tomando parte de conflictos que sólo persisten en nuestra imaginación.
Cuentan que en las Islas Salomón se halló un reducido grupo de nonagenarios que portaban armas antiguas al tiempo que llevaban con orgullo sus uniformes en harapos. Al sentirse descubiertos se sobresaltaron. Cuando los calmaron y les preguntaron qué estaban haciendo y por qué se veían así, los soldados respondieron que estaban en guerra y que hacía mucho tiempo se habían perdido de su pelotón. Al ser informados que ya tenía años que el conflicto bélico había conluido, replicaron que ¡no!, que de ninguna manera, que no podía ser… y quisieron retomar su marcha para proseguir con su guerra

Muchas veces nos conducimos como estos viejos soldados, cuando los dolores, desengaños y frustraciones se quedan – sin solicitar la autorización correspondiente – a vivir en uno y se apoderan de nuestra vida. No debemos ignorar la existencia de lo que Janus Korczak identifica como las heridas infectadas cuya curación exige tiempo además de paciencia y que dejan cicatrices prontas a supurar nuevamente. De allí la pertinencia de quienes han preguntado: ¿cuánto pasado soporta nuestro presente?; por lo que es muy importante limpiar las propias heridas que devienen del ayer. Sin llegar al extremo de ignorar la trascendencia del pasado, no es conveniente subestimar las posibilidades de cambio que nos ofrece el presente, porque como afirma Kierkegaard la vida se comprende mirando hacia atrás, pero solo se vive mirando hacia adelante. 

Tomado del libro "La persona y sus desafíos
de Gerardo Mendive. México 2006 
03-2006-051611133000-01

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