Hay pueblos que fortalecen la identidad por sus hazañas
bélicas del pasado, o sus aportes científicos, o sus contribuciones en algún
campo del arte, o sus restos arqueológicos, o sus joyas arquitectónicas, etc.
Sin negar lo que puede haber en esos rubros, en el caso de Uruguay ocupan un
lugar muy importante los éxitos futbolísticas y en particular el desempeño de ciertos
jugadores. Es el caso de Isabelino Gradín quien destacara tanto en futbol como
en atletismo y de quien Rubén Olivera proporciona algunos datos.
Gradín, nacido en Montevideo el 8 de
junio de 1894, se destacó desde niño por sus aptitudes naturales, pero el
fútbol y el atletismo le dieron proyección a sus virtudes. En la añeja plaza de
Deportes número 1 de la mano del profesor Primo Gianotti, encaminó sus
portentosas velocidades, porque así era, según crónicas de la época, su notable
cambio de ritmo que aumentaba a una intensidad poco común.
(…) fue Campeón Nacional y
Sudamericano de los 200 y 400
metros llanos, además de contribuir en postas de la
misma distancia. Batió varios cronos a nivel continental.
Su trayectoria deportiva fue extraordinaria y alcanzó
triunfos que se convirtieron en verdaderas proezas. En uno de estos casos se
presentó una peculiar situación que narra el mismo Rubén Olivera.
(…) fue Campeón de América en el
primer torneo disputado en Buenos Aires en 1916.
Isabelino fue el goleador del equipo
celeste y de allí emana la anécdota, compartida con (Juan) Delgado.
Ocurrió el 2 de julio y Uruguay
enfrentó a Chile en el comienzo del certamen. Jugaron ante 10.000 personas en
el estadio de madera de Gimnasia y Esgrima (…)
El referí fue el argentino Gondra,
impecablemente vestido con saco y gorra. La victoria fue uruguaya con un score
de 4 a 0,
siendo los tantos convertidos por el Maestro Piendibene en dos oportunidades y
otras tantas por Gradín. Hasta allí imperaba la lógica y nada anormal
acontecía, pero hete aquí que un hecho llamaba poderosamente la atención, no
solo de los chilenos, sino del resto de los equipos y los asistentes.
Uruguay era la única delegación que
tenía negros y, para colmo, más de uno, lo que trajo a la luz el recelo de los
trasandinos, apoyados por el resto, estampando una denuncia y reclamando los
puntos perdidos en la cancha.
El motivo apuntado, tenía que ver con
la inclusión de jugadores africanos en el cuadro celeste, obvia alusión a la
presencia de Gradín y Delgado. Patética demostración de ignorancia.
Por supuesto que todo quedó
circunscripto al papelón ya mencionado, ingresando en la historia como una
muestra más de prejuicios, discriminación y ausencia de sentido común.
Entre las singularidades de la vida de Isabelino Gradín
destaca que el reconocido poeta peruano Juan Parra del Riego le dedicara el
célebre “Polirritmo”. Diego Lucero describe el hecho.
Juan Parra del Riego salió del barrio
de Chorrillos de su Lima natal e hizo el peregrinaje de su lírica y desordenada
bohemia en ambiente de poetas y pintores de Santiago de Chile y Buenos Aires.
Recaló en Montevideo como náufrago, pobre de bienes y quebrado de salud;
encontró aquí el afecto y el apoyo que buscaba y se sintió tan placenteramente
y tan a gusto en “La Muy Fiel
y Reconquistadora” que organizó su vida, mejoró su salud, se reconcilió con los
cobradores y escribió cosas bellísimas y en una reunión de poetas, conoció a
Blanca Luz y se casó con ella. Rimó muy bien la pareja en los primero tiempos.
Después se fue deteriorando. Blanca Luz veleidosa, no daba la consonante. Y un
domingo al mediodía, en la casita de la calle Palmar donde moraba la pareja,
hubo riña violenta. La poetisa, pequeñita, era una leona a la hora de los
celos. Y Juan Parra del Riego, el poeta, “salió a la calle desconcertado”,
a vagabundear sin rumbo para matar las penas. Por eso dice el poeta en el
“Polirritmo”: “Mi alma estaba oscura y torpe de un secreto sollozante”.
Vagando y vagando advirtió que por la Bulevar Artigas
venían muchos hombres a patacón por cuadra y doblaban por Rivera hacia el este.
Vestían como todos los varones en aquel entonces. Traje, camisa, corbata,
zapatos, algunos luciendo gorras y otros el clásico “rancho de paja” arriba de
la cabeza. Le picó la curiosidad. ¿A dónde se dirige esa columna de hombres a
pié? Entonces tomó la decisión de unirse a ellos sin saber que rumbo llevaban.
Cuadras más adelante, siempre por la calle Rivera, llegaron a la altura de la
actual calle Soca, torcieron a la derecha y a metros nomás, ingresaron a... ¡la
cancha de Peñarol en la
Estación Pocitos , que allí estaba!
Juan Parra del Riego nunca había visto
un partido de fútbol. Es más, no sabía de que se trataba y no tenía la menor
idea de lo que era ese juego. A los pocos minutos de comenzado el partido quedó
embrujado con el espectáculo y prisionero de la magia de aquel moreno caudaloso
que fue Isabelino Gradín. Su emoción, hecha toda belleza, la volcó en el
“Polirritmo”.
De acuerdo con Rubén Olivera la actriz y declamadora
Berta Singerman recitó en forma magistral el Polirritmo nada menos que en el
Teatro Solís el 28 de julio de 1922 por supuesto que ante la presencia del
destacado deportista.
Parra del Riego falleció en noviembre de 1925. La vida de Blanca Luz atravesó una serie de vicisitudes y tiempo después estuvo en
pareja con el reconocido pintor mexicano David Alfaro Siqueiros. Muere en Chile
muchos años después apoyando al pinochetismo; pero esta es otra historia de su
larga y controversial historia.
1 comentario:
Parra del Riego y Blanca Luz Brum se separaron por la muerte del poeta peruano. Tuvieron un hijo juntos que tenía pocos días de vida cuando murió su padre el 21 de noviembre de 1925.
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