“¿Qué vas a ser cuando seas
grande?”, los adultos suelen formular esta pregunta a cuanto niño se cruza en
su camino. Las tendencias vocacionales de los infantes son muy variadas y
habitualmente conviven sin ningún tipo de dificultad. “Maestra o doctora o
actriz o conductora del metro”, dice la niña. “Carpintero o ingeniero o bombero
o taxista”, afirma el niño. Con el paso del tiempo el perfil técnico o
profesional va definiendo su rumbo, en ocasiones dentro de las opciones de la
infancia pero por lo general muy lejos de ellas.
Pocos son los jóvenes y
adultos que fueron coherentes con la diversidad vocacional de su infancia. Un
caso singular es el de Aminta Granera quien en marzo de 1996 fue designada Jefa
Nacional de Tránsito de Nicaragua, luego
de haber sido monja primero y posteriormente guerrillera en tiempos de la
revolución sandinista.
Consultada por la prensa en
relación a estos cambios tan notables en su vida, se limitó a responder que “hay
muchas similitudes tanto en la vida religiosa como en las estructuras
militares”. Me imagino que estaría pensando en la disciplina, en el valor de la
obediencia (recuerdo a un amigo sacerdote jesuita -por cierto: “Compañía de
Jesús”- quien comentaba que el voto de pobreza no le costaba, el de castidad
procuraba llevarlo de la mejor manera pero –agregaba- “el que realmente es
complicado y a veces inhumano es el de obediencia”). También es posible
advertir otras similitudes como la del respeto a la jerarquía y la existencia
de celdas, tanto en el convento como en las instalaciones policíacas (claro que
la estadía en las primeras es voluntaria mientras que en las segundas podríamos
suponer que no tanto).
Al tomar conocimiento
mediante la prensa de la vida de Aminta, pensé que no le debería haber resultado
nada fácil dejar de ser tropa para ocupar el cargo de Jefa Nacional de Tránsito,
pasar de obedecer las órdenes a impartirlas y hacerlas cumplir. En eso quedaron
mis cavilaciones por aquellos entonces.
Pasaron muchos años sin
tener noticias hasta que me reencontré con ella en reciente nota del periódico La Jornada.
Managua,
24 de agosto (2012). La policía de Nicaragua decomisó al menos 7 millones de
dólares a 18 supuestos mexicanos que fueron detenidos tras ingresar el martes
al país por la frontera con Honduras, haciéndose pasar como periodistas de
Televisa, informó la jefa policial Aminta Granera.
El
grupo traía el dinero oculto en furgonetas con logotipos del consorcio
Televisa, que usaron para ingresar en Nicaragua, detalló Granera en declaraciones
a periodistas. (…)
El
jueves, Televisa informó vía la embajada de México en Managua que no había
enviado ningún grupo periodístico a Nicaragua, por lo que la policía resolvió
detenerlos.
Granera
explicó que los sospechosos fueron trasladados a la Dirección de Auxilio
Judicial (DAJ, investigación) de la policía de Managua para “interrogarlos en
las celdas” (…)
A resultas de lo anterior es
evidente que en estos años Aminta consolidó su vocación desarrollando una
carrera ascendente en el ámbito policíaco.
Al ser consultada en su
infancia acerca de qué iba a ser de grande, ¿habrá contestado “monja o
guerrillera o policía”? En ese caso las carcajadas de los adultos seguramente
habrán sido estruendosas. Finalmente, ¿será ésta la última estación laboral en
la vida de Aminta o aún depara otra sorpresa?
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